Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de diciembre, 2010

Traspasando el país de Alicia

Todos las personas piensan que el punto medio entre el bien y el mal está justo donde ellos lo ponen. Esto es aplicable para todos los puntos que poner, incluso los finales. Quizá por eso no me cueste cerrar este discurso que se me queda ya anticuado, extraño, como escrito por quien ya, ni siquiera fui, seguro, quien no soy. Hacer dictados a lo pensado, a los sueños, esta pasado. Así es. En la época de los Justin, de los Brad y algún Duque de por aquí, ya nadie se acuesta con Cyrano. Fue sin embargo placer, la mayoría de las veces. Otras no tanto. Escribir es escribir, tan sólo y tanto. Fue en otras ego puro, aún algo guardo, agradecimiento, mentiras honradas, dudas en base a la duda, decir por decir, seriedades, mal intento de cuentos, catas, alguna mirada perdida echada a perder, balas sin salida, caricias dirigidas y algunas, incluso, de verdad. Siempre demasiado yo mismo, fuera quien fuese. Quizá error, ora que pienso que a un escritor no debe vérsele la cara. Un trabajo

Feliz Año

En poco más de un mes La Zalema ha superado las mil visitas. Puede que algunos lo consideren poco, otros no tanto, y dependiendo de quién, con qué o como se nos compare puede que hasta mucho. El caso es que para nosotros, es un orgullo. Les deseamos un feliz año y les esperamos a partir del 3 de enero. Bienvenidos a su casa.   Brindis del Autor para los lectores: Un año, al fin y al cabo es solo una forma de contar el tiempo. Se me ocurren millones de formas de trocear los días (algunas mejores que otras).   Pero al fin y al cabo, un año, es nuestra forma de medirnos, de poner un imaginario punto final y de darnos la oportunidad de volver a retarnos. Sería imposible nombrar a todos aquellos que nos dieron motivos para levantarnos en el diario, por eso os invito a olvidar nuestros nombres, dejémonos llevar, levantemos la copa llena hasta los bordes y brindemos... “Pudimos con el 2010, que tiemble el 2011” "

7 formas de decir que no. Nº 6

Te pido… Que no me muevas más esos labios de muñeca, que no me vuelvas a hacer esa mueca. Te pido… que no me quedes clavada tan cerca, que el destino no me aleje de ti. Te pido… que no me pidas abrir tu puerta pues ya me has roto la manera de existir.

Eusebio - Capitulo II - La caja de música

Werner Fischer pensó que ya que no podría cumplir la promesa que le hizo a su hija. Su viejo amigo, el Doctor Heinz, había sido muy claro. La pequeña Verena, no pasaría esa noche. Nevaba aquel veintinueve de diciembre de mil ochocientos noventa y seis. El aderezo de pino silvestre llameante calentaba los cuerpos de los dos hombres, que a los pies de la cama de la pequeña se miraban. El gesto de negación, con la marca del dolor inequivocable, de quien aprende que el destino no está en sus manos, no era disimulable. Los síntomas eran definitivos. La fiebre alta, las erupciones por todo el cuerpo, esa extrema postración y lo peor, aquellos delirios y miradas perdidas. Era Tifus. Werner, pidió a su amigo que lo dejara solo, era la hora de despedirse. Marchó al despacho y recogió la caja de música que cien años antes el relojero Fabre, había inventado. La primera caja de música. El cilindro de clavijas   estaba averiado. Había prometido a su pequeña arreglarlo para su cumpleaños. La pequeñ

Eusebio – Capitulo I - Santos Inocentes

Por muy fuerte que caiga, hay cosas que la lluvia no se lleva nunca. Eusebio lo sabía, por eso, aquella mañana de martes, veintiocho de diciembre de dos mil diez se había levantado con el mismo mal humor de siempre. La aguja pequeña del reloj aún no había llegado a las nueve de la mañana, pero más de cuarenta años trabajados a la espalda dejan secuelas. Una de ellas, era madrugar en exceso cuando nada se tenía que hacer. La temperatura de la casa era estable. Las ascuas de la chimenea aún resistían desde la noche anterior al frío que se adivinaba desde la ventana. Aún no había salido el sol, pero la luna parecía ya cansada de reinar, en fase menguante iba dejando a poco pasar la luz que en breve despertaría el ansia de la cuidad. Su espinazo fue el primero en quejarse. Le recordó con todo el rencor que puede asumir una espalda todos aquellos años en que anduvo mal posicionada en una triste silla de oficina. Encendió más por costumbre que por gusto la máquina que se había regalado por N

Ruptura

Es tan cierto que uno cae, como lo es que por naturaleza no quiere seguir en el suelo. Lo sé, porque como tú, yo también he caído. Sé del complot de las emisoras cuando ponen precisamente al encender la radio aquella canción que tú nunca pondrías, sé que ahora las noticias hablan de tasas y medias del divorcio en España, sé que los labios contrajeron una hipoteca con el dolor que hoy no pueden pagar, sé que la risa se esfumó, y la carcajada es una utopía, sé que detrás de la primera lagrima vendrá el vendaval cada uno de los días que la memoria se ponga conmigo a jugar, sé que me tiemblan las manos, que se me quiebra la voz cuando intento gritar, sé que el alma ha menguado para instalarse de nudo en la garganta, sé que me tengo que reinventar, sé que no debiera preguntarme más por lo que fue, por lo que pudo haber sido, sé que cuando miro al vacío realmente miro en mi interior, sé que aunque agarro la mano del amigo que me ayuda a ponerme en pie de nuevo estoy loco por dejarme caer,

Feliz Navidad

La Zalema descansa hasta el lunes 27 de Diciembre y le desea una Feliz Navidad. Gracias a todos por compartir un rato en nuestro lugar secreto.

7 formas de decir que no. Nº 5

Versos por ti sin besos de ti, porque no y porque si, por lo que creo y por la fe, por tenerte desde lejos y por dejarme ser… Versos de ti que surgen de mí sin perdón simplemente porque si, por lo cierto y lo que sé, por no perderte en el espejo y poderme ver…

Felicidad

Sentados a seis, salió aquella palabra para la que valen casi todos los trajes. Felicidad. Era media tarde, y en nuestro recuerdo   aún reposaba el agradable aroma de la mejor de las cocinas, ese que deja en el paladar un inconfundible sabor a hogar. Recién terminamos el postre, decidimos por votación popular regar un poco el alma con Maria Brizard teñido de ron. De vez en cuando, no viene de más darle rienda suelta a las palabras para que hagan su trabajo. Felicidad es posiblemente de las palabras que conozco la única que no tiene sinónimos. Se le acerca Bienestar, pero le falta garra. Prosperidad me sabe a comercio, a truco o trato, a economía. Placidez me duerme. Ventura a suerte más que a determinación. Alegría a momento. Euforia al mínimo instante que viene después de uno de esos besos que hacen menos órgano al corazón. Bonanza a Sancho, y ya saben ustedes que a la única monarquía que me permito no renunciar es a la del hidalgo. Triunfo, victoria, goce, delicia son tan solo las ca

7 formas de decir que no. Nº 4

Tallo tu falta de razón sobre el mármol o la piedra y la vida como templo y el sueño como sueño. De blanco, agua o cera es tu rostro de acuarela manchado por el tiempo en el que dijiste que no. Pero tú sigues bailando, y si caer en la cuenta de que tu boca me ha roto hasta el átomo del alma Mitad a tu añejo labio, mitad al aire increpé… ¿para qué calzas promesas, que no son de tu propio pie? Y sin tu mover los labios, y sin tu hablar palabras, me miraste sin mirarme y me dijiste, adiós amor.

El abrigo nuevo

Compré ese abrigo para cuidarme del frío y sin embargo me cambio la vida. Era de color amarillo, con capucha, forrado con una piel que simulaba una ardilla o similar. Desde luego no era bonito, pero al ponérmelo supe que era para mí. El calor que desprendía dentro de la tienda me hacía tener una idea de lo bien que estaría en la calle con él puesto. No iba a juego con lo que llevaba, pero el frío me había sorprendido en la noche de Valladolid, así que no era cuestión de regatear con la comodidad de uno. Miré el precio. Para la economía de quien sirve cafés y aguanta tonterías a partes iguales detrás de la barra de un bar, cualquier tarifa es demasiado. Miré a Clara, que me acompañaba en ese fin de semana descabellado. Elegimos esa ciudad casi por azar. Nos habían hablado de los pinchos, y en más de una noche de pijamas, risas y lloros habíamos descorchado más de una botella de Ribera. Acertamos no obstante. Las calles prietas, y de nombre Comedia, vestían de laberinto una ruta de elixi

7 formas de decir que no. Nº 3

Cuando te pensé no te pude crear y ahora me ves como viejo llegar… pero ojos de contraste ¿Cómo te podía imaginar?

Grande

No hablo de tamaños, si no de tiempos, si te digo que ya soy grande en sentimientos. No te hablaré de mis pasados en estas letras, aún estoy lo suficientemente despierto, como para saber que a tu sonrisa no le pegan mis cargas. Contigo tan cerca, o tan lejos según se viera, mis pesos los cargo a la tarjeta del olvido. Mujer con labios, solo puede ser hoy por siempre, futuro. Esto que ahora te diré, quizá no tenga aún derecho a decirlo, te lo admito. Aún así y con más de treinta, sigo jugándomela a doble o nada contra la vida si el instinto va conmigo de favor. Me veo en la obligación de reconocer que en mis mejores presentes y futuros soñados nunca te soñé. Ni siquiera llegué a creer que existieras, será culpa de la niebla que vela por mi corazón o quizás la propia razón que me llevó a volver a pensar que no existe un Ángel con cuerpo de mujer.   Pero ahí estás, tú. Y aquí yo, pensando en que tener de bueno para darte lo mejor, pensando en lo que no te hayan dado ya, en lo que ni siqui

7 formas de decir que no. Nº 2

Con este complejo pensar, tanto por dentro como por fuera, con este sangrante dolor que se antoja eterno y me recubre de piedra. Con este cuerdo caminar que cerrado deja lo abierto y aun más lejos la espera, con este angosto lugar que se me hace cierto y tiene recodos de esfera. Con este misógino circular en un rojo desierto manchado con tu cera, con este lejano mirar donde no cabe el acierto y queda clavada la quimera. Con este rutinario bostezar, no puede ser ungüento ni tu boca, ni tu vida, ni tu cadera… Con este volver a empezar, ni te siento, ni me siento mientras la vida espera.

Campanilla

La conocí aquel verano en que las cosas empezaban a cambiar de tono. Llegábamos todos llenos de pasos, y lo andado acabó por juntarnos por primera vez en el parking de una gasolinera. Por fortuna, no sería la última vez. Me habló de ella un hermano de esos en los que no intervienen las cuestiones de sangre. Al parecer compartieron años atrás chuches y patio. Nosotros nos dirigíamos a Málaga, ese lugar perfecto, para cargar la alforja con sueños.   Ella esperaba en su vida con impaciencia el sonido de la sirena que avisa que ha empezado el recreo. Mientras humeaba el café y se derretían los hielos en el monopolio del refresco, se repartieron las cartas boca abajo. Fumábamos rubio, ella pudo haberse llamado Esther, nosotros hacía tiempo que ya habíamos perdido hasta el nombre. Me salieron de primeras pareja de damas, curioso el destino, las cartas no eran buenas y estaban desgastadas. Ella, sin tenerlo, parecía tener un as escondido en la manga. Independientemente de donde caiga el acent

7 formas de decir que no. Nº 1

A qué me dices que ya sé, que la poesía es mentira, que es el falsete del alma y el disfraz de la palabra. A que, si un verso es vida y yo necesito adoptar lo contrario de rutina, para no sentir de frío el desapego de mis venas. A que ese rojo de tu ira, si solo quería robar de tu dudosa subida un escalón de tu prisa para unirlo conmigo. A qué, te acercas sin prisa a probarme los labios con esa ausencia de risa, si tú nunca fuiste mía y te quería por querer.

El síndrome del escritor

-           ¿Por qué escribir? - Me preguntó con la voz descreída -. Como respuesta, y contra mi gusto, no tuve más remedio que sumar otra cuestión al asunto. -           ¿Acaso tengo elección? Reconozco que tantos axiomas, tantas perogrulladas, los dogmas sin fe y   tanto juntar consonantes con vocales, pueden hacer creer que es posible convertir una mentira en verdad, ¿o quizá no? Hoy vestiré el traje de judas, malgastaré las piedras contra mi propio tejado, y tiraré con balas de chicle a este gremio singular que en la mayoría de las ocasiones escribe lo que sueña, para vivir lo que escribe. Me reafirmo agnóstico de las banderas que no laten, apto para entender cualquiera de las religiones y especialmente crédulo con cualquier pensamiento medianamente gobernado por la razón. Se me ve en la pluma, que en cuestión de literatura, soy más de Hidalgos que de Panzas, siendo mi única norma aquello de que allí a lo lejos, se ven gigantes y no molinos. No lo escondo, ni puedo, ni quiero, ni t

Pensar, escribir y viceversa

Pensar, escribir y volver a pensar, en lo que pensaste, en lo que no escribiste, en lo que pensarías si volvieras a pensar, en escribir lo que no pensantes y que piensas que deberías haber pensado, en lo que escribiste, en lo que nunca serías capaz de pensar, en lo que no puedes, en lo que no debes, en lo que no te atreves… Escribir, pensar y volver a escribir, lo que no borraste y aquello que guardas para ti, lo que no pensarías sin versos a mano, la canción, el poema o ese relato que aún nunca has pensado, lo que no sabes pensar, a lo que no llegas, lo que por mucho que quieras eres incapaz de pensar, lo que te da miedo escribir… Pensar, escribir… y viceversa.

Primera Cita

Hace tanto tiempo que mientras juego al ajedrez no topo con damas, que ora, que vos está enfrente, mitad compañera, mitad adversaria, me cuesta encontrar de las palabras, las adecuadas. De antemano te pido excusas, si el lenguaje me lleva a ser lisonjero, y sin haberlas visto más que en la imaginación hablo de ciertas partes de tu cuerpo o tu corazón. A mis más de treinta aún tengo en el jardín de las cuentas pendientes el verbo pedir, ya de grande me desenvolví siempre mejor dando. Por ello, bordearé ligeramente las gentiles normas y en lugar de pedirte una cita, te hablaré de compartirla. Cuestión de extremas sensibilidades, pese a que es evidente que soy yo quien le pide a vos un rato de su vida. De los trescientos sesentaicinco días del año, te cambio el tú de la noche del sábado por el nos, tu verbo por mis predicados, cada unos de mis segundos por todos tus minutos, mis latidos por tus pasos, el sueño por la vela, la noche en blanco por todos y cada uno de los colores que aún con

Flechazos

Tengo más por costumbre, que por norma, no creer en flechazos. Discúlpeme vos, pero desde muy chico, me fui dando cuenta de que los cantos de sirena te llevan, por regla general, al fondo del mar. Soñé tantas veces con quimeras que a la mañana siguiente se convertían en estatuas de sal que ahora no distingo entre la vela y estar dormido. Me dicen las malas lenguas que poner rumbo a la belleza suele tildar de rojo las cuentas, que el alma se acongoja cuando el corazón se enamora. Tantas veces quedó mi mirada perdida sin entender por qué a la hora de besar hay que usar la cabeza que hoy, que beso con ella, no recuerdo donde olvidé mis labios. Lo reconozco, todo esto lo aprendí tras suspender todos y cada uno de los exámenes. No me entiendo sin jugarme el cuello por otro cuello, si no me hiela la ausencia, si mis manos no tiemblan a cada palmo de un cuerpo, si salgo a jugar por jugar, si no cargo la vida con un nombre que no sea el mío, si al final del cuento me conformo con tres punt

Romance

Elijo volver a contar de ti cada recoveco, seguir tan solo viviendo con tus senos de reto, subirte lento de cerca y trepar como yo trepo cuando se acerca el mar. Quitar de tu lengua el sueño y volverte a empezar sin siquiera respirar en tus brazos como cepo. Prefiero al grito, susurrar, evitar la herida del eco. Bastar debieran dos palabras para un corazón tan seco. Y volver a empezar sabiendo que en ello peco. En el cielo de tu labio la yema de mi dedo pidiendo silencio para hablar esas dos palabras de nuevo, que escritas en la mirada hacen de perfecto cebo para volver a contar de ti cada recoveco.

De cordones (los umbilicales)

Mira vos por dónde, que me acordé hoy de un boludo, y me cantaron en exceso las faltas de que falto al no decirle que me costa su nuevo color de alas. No hace mucho, seguro lo recuerda usted, platicamos el uno con el otro de cómo recuperar partidas, de ilusiones rotas, de alguna de las minas que entraron para salir por nuestras vidas llevándose casi de gratis parte de nuestras visas, de vueltas y locas, de la gran batalla, de la guerra perdida. Y mira vos hoy. Ya están los tontos haciendo tonterías, jugándose con tan solo la esperanza parte de la vida, hay están esos dos de las lunerías jugando a sonreír una vez más. Hay, mírate, míranos, como por mucho que sangre la herida, nos viene tras una despedida una nueva bienvenida. Te hablo de cordones (los umbilicales), por ser uno de esos lazos que atan a querer seguir. Que como decía no se qué pelotudo, amarran por derrotas y victorias. Es aquí cuando me pierdo si me ponen hora para nuestras huidas, si en la pelea con tus ganas no puedo

Tú, de papel

Con letras y negra tinta te indago en el alma llana, se hace la palabra plana de ti la mente encinta. Cae la torpeza cercana en un corazón latente que no domina ya el pincel… El fracaso está en mi mente ya, por mucho que lo intente tú no me cabes en papel.

1992 – Cuarto de siglo

De Miranda con su Logroño en fiestas, a la última en Granada, con paradas en Aras y Cristinas, con una desazón detrás de casi todas las esquinas. De Málaga, con su Torrox… Y las risas, mis penas, las niñas, el amigo, las lunas llenas pintadas en las orillas del mar, las ojeras, la cueva y un poco de más. De aquella que nombramos reina y no llegaba ni a princesa, de las obras en mi sitio, del primer 25 de agosto sin sentido, de mis ruinas de cuarto de siglo, de mis queridas zalemas, de mis odiadas fracturas. De mis rutinas con el sol, de las vespertinas que hacen soñar con un laboro diferente, de boludo a pelotudo. De no tener presente a no soñar con futuros. De nuevos adioses y nuevas bienvenidas, de los que están y de los que no volverán más, de la boda del pequeño que me venderá, del sueño que me quedó por dormir, del olfato que ya no tengo, de cada una de las palabras que perdí. De la falta de intentos, de las muchas veces que pienso que ora hace mucho tiempo que no digo te qui

Me falta usted

Esta noche me puede el papel, [Me falta usted] Y no hay tabaco, ni ruinas, no hay pequeñas infelicidades, ni se sienten los versos tristes de Neruda, no hay pan, ni por huesos espinas, no hay mujer, ni un beso que dar, ni un cuerpo, ni unos ojos cerrados, ni torpes pasos tropezando, ni mi cabeza preguntándose [¿Dónde está?] No hay más que soledades, faltas, ausencias de magia y un hueco en donde antes uno guardaba lagrimas en forma de palabras [Oh, aquella chistera] No quedan ganas de volver a ser ni solitario, ni bohemio, mucho menos emborrachador de sueños, feliz infeliz que aprende a ser aire…. No hay rastro de ella aunque la busco en todas partes, en todas las cosas, en canciones, en sabanas, en el borde de la copa, en esta alarmante falta de talento ante un folio en blanco. [¿A cuanto las letras?] Y perdone si me salté las normas, la métricas, los ritmos y me sobran por cada línea tantas palabras para tan solo decirle que esta noche me puede el papel… Entiéndame… [Me falta us

Sortilegio - Capitulo II - El vestido Naranja

Samuel esperaba sentado, paciente, tranquilo. Sabía de sobra que su mujer aún tardaría unos minutos más en salir del baño y ya llevaban demasiados años juntos como para haber aprendido que meterle prisa no era una de las mejores ideas que a uno puede ocurrírsele en esa situación. Liaba un cigarro de la marca Pueblo, con papel y filtros pequeños. Aunque lo había reducido, jamás consiguió dejar del todo aquel vicio diario. Al fin y al cabo, no para todo se tiene la misma fuerza de voluntad. Lo encendió y aspiró suavemente. Si de él se pudiera hacer una ranking de virtudes, la paciencia de seguro, encontraría lugar en las primeras plazas. Con los años había aprendido a saber esperar las cosas. La vida suele responder con ofensivas los ataques, así que ya hacía varias décadas que su táctica escogida era defenderse y contraatacar más con talento que con fuerza. Acerco su mano a la mesilla de blanca madera donde descansaba el mando de la cadena de música, pulso el botón que mostraba un trian

Sortilegio - Capítulo I - Génesis

Samuel siempre había sido un hombre muy dubitativo. No vivía colgado en la duda, simplemente, atendiendo a la más profunda acepción de la palabra mantenía en suspensión cualquier juicio acerca de un hecho. Desde la infancia había cogido la costumbre de alejarse de cualquier extremo. Partidario por naturaleza de los términos medios, los dogmas siempre le daban más preguntas que respuestas. Su cabello negro y liso había sido asaltado por el tiempo, contando ahora con más canas que recuerdos. Sonrió al pensar que no se acordaba de la primera vez que lo sorprendió el blanco en su pelo, simplemente sucedió, y un día cualquiera frente al espejo descubrió que en su azotea, había nevado. Era joven, más todavía en espíritu. Lucía barba grisácea, a ras, con gesto seco, pero sonrisa amable. La nariz, para algunos, quizá demasiado importante. Sus ojos eran pequeños, su mirada grande. Siempre fue pintor, pero dado que nunca vendió un cuadro, tuvo que ganarse la vida como panadero. No odiaba su trab

Entradas populares de este blog

La Constancia

La constancia es quererte como nadie pudiera imaginar que se pueda querer incluso cuando no te quiero, tenerte sin tenerte, saber del vértigo que a uno le da soñar despierto, y la conciencia de estar al tanto de que estar con vos, es estar a un beso de distancia del cielo. Es mirarte ahora como te mire la primera vez, endeudado en tus andares, no pudiéndote creer. Es besarte ahora mejor que cuando te besé, con tus labios precisos en mis labios tembleques. Es vibrar, de la piel al hueso, con el día a día, con las noches donde tenerte a un par de palmos a la derecha es de largo el mejor de mis lujos.   La constancia no es que me mate como me mata tu cuerpo, es crear hogar en tu pecho, y hacerte con mis brazos un lecho para que te guardes. Es salvarte y que me salves, y contar de a uno los secretos de tus ojos, mar verde, donde me pierdo, donde quiero vivir, donde parece decirme la suerte, quédate conmigo. Es en el sur y es en el norte, justo al este del oeste donde quisier

Silueta

Contar los pasados suele ser el primer tropiezo para conjugar los futuros. Ese porqué perdemos las guerras, queda en las heridas, pero no por mucho empeño que le tengas, nos entra en la cabeza. Remover los tiempos que dejaron el presente suele dar como hallazgo, un obstáculo espinado para los sueños. Digo yo, que perdí en la arena, por pararme a contar estrellas, parte del corazón. Dicen de los poetas y de los que escriben poemas, que nos va mejor el aire del revés. Que la musa en nuestros brazos queda pasada por agua, que el aullar se nos pone bonito cuando sangramos, que desobedecer consejos es nuestro arte, cuando una y otra vez se nos pregunta… ¿querido amigo, donde va usted? Por mi parte, diré… Cuando mi cuaderno de notas esta vacío, acudo al abismo de mis adentros, al negro que me hace atar palabra tras palabra, al nudo sin cuerpo, al yo del ello, y el ello del yo. Busco entonces letras para hacerlas escudo, armadura, una tan buena que consiga que al mirarme al espejo,

7 formas de decir que no. Nº 3

Cuando te pensé no te pude crear y ahora me ves como viejo llegar… pero ojos de contraste ¿Cómo te podía imaginar?