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Mostrando entradas de abril, 2011

Traspasando el país de Alicia

Todos las personas piensan que el punto medio entre el bien y el mal está justo donde ellos lo ponen. Esto es aplicable para todos los puntos que poner, incluso los finales. Quizá por eso no me cueste cerrar este discurso que se me queda ya anticuado, extraño, como escrito por quien ya, ni siquiera fui, seguro, quien no soy. Hacer dictados a lo pensado, a los sueños, esta pasado. Así es. En la época de los Justin, de los Brad y algún Duque de por aquí, ya nadie se acuesta con Cyrano. Fue sin embargo placer, la mayoría de las veces. Otras no tanto. Escribir es escribir, tan sólo y tanto. Fue en otras ego puro, aún algo guardo, agradecimiento, mentiras honradas, dudas en base a la duda, decir por decir, seriedades, mal intento de cuentos, catas, alguna mirada perdida echada a perder, balas sin salida, caricias dirigidas y algunas, incluso, de verdad. Siempre demasiado yo mismo, fuera quien fuese. Quizá error, ora que pienso que a un escritor no debe vérsele la cara. Un trabajo

Me sigue faltando usted

Rozo la muerte cuando escribo, pensando en ti… en cada palabra me va la vida si van vestidas para tus oídos, quiera o no quiera, lo sé… Me sigue faltando usted. Me sale del alma, la tinta, quiera o no me quiera creer, el amor que proceso no es de ser, ni de humano, ni siquiera real… más de lo que la quiero, no se puede querer, quizá sí, no lo sé, le recuerdo que… Me sigue faltando usted. Y no pondré en letras, su boca, ni su estancia a mi vera, a mi lado, ni mandaré a la mierda a la primavera, que se va, que una y otra vez me recuerda que… Me sigue faltando usted. Felicidades.

Interrogante antes de 100

A un paso de los cien textos, La Zalema, se hace la siguiente pregunta: ¿Realmente hacen falta?

El cuadro de Ana - Capítulo 3

La gran masa de agua se hizo tan fuerte que le sirvió un leve movimiento sobre la popa, para volcar la barca. Ana se sumergía inexorable hacia el fondo azul, que después sería negro. No había rastro de su padre. En primera instancia, y con la garganta ardiendo de miedo, sacó fuerzas de donde no quedaba nada. La joven consiguió llegar a la superficie que aún quedaba a flote y encontró apoyo, busco con la mirada, pero no había rastro alguno de su padre. Ana no quiso creer que el mar se lo había tragado y que pronto haría lo propio con ella. Mejor así - se dijo -, no me quedan motivos para volver -pensó-. Sus brazos dejaron de encontrar motivos para aguantar, cerró los ojos, y empezó a hundirse con serenidad.

El cuadro de Ana - Capítulo 2

Perdida ya incluso, en una vaga idea, la madeja que fue el principio y que con su mover sin pausas, dio lugar al ovillo que era ahora su cabeza, cesó. Ana, no sabía de muchas cosas, al menos no de aquellas que carecen de importancia para el alma. Al menos hasta el momento en que se encontraba, sabia sin dar lugar a las persistentes dudas, que había sido feliz. Muy feliz. Aquella postal no era nueva, se repetía todos los días, de todos los años. Ana esperaba absorta en su balanceo el regreso de su padre, un hombre, un pescador. Todo era como siempre en pequeño pueblo de Pizco, y como siempre la tarde iba sucediendo al medio día. El gris de cielo sin embargo se mantenía despierto y la lluvia caía sin fuerza, parecía como si no quisiera hacer daño a la tierra, ala que más que golpear acariciaba. Algunos de los pescadores regresaban del puerto, unos contentos por la labor, otros no tanto por el precio al que habían cobrado en la lonja por sus piezas. Demasiadas razones achacables al ho

El cuadro de Ana - Capítulo 1

Más que recuerdo, lo que queda de la niñez en nosotros, cuando ya no esta, es una perenne sensación. Evocación, siempre accesible. Basta con un cerrar de ojos, un olor, un sabor a guiso de papas con pescado, incluso con un suspiro atravesado. Aprender, que hay tiempo en la vida de grande para volver a ser pequeño es importante. Aún debe de dar, para cerrar los ojos y suspirar, al mismo tiempo. Es, ¿cómo lo diría?, quizá como una especia de olor de estomago, que sube, recorriendo el cuerpo hasta alcanzar la cabeza. Pero a sinceras ¿quién podría, con tan solo letras, definir un tiempo en el que dos más dos, pueden o no, sumar seis? Para Ana, que dudaba en la mayoría de las cosas que no se deben dudar, la niñez era cristalina. Era el olor a óleo y aceite combinando en los dedos de su padre. El sabor a mar que quedaba en su boca cuando diariamente esta se posaba en la áspera y acogedora barba salada de su pescador. Era la espera que se balanceaba en una mecedero de mimbre junto a un fueg

Que caiga la noche

Ojalá que caiga ya la noche, quiero cerrar los ojos y pensar como se deja escapar un corazón, quiero estar en negro y abrazar las ideas que me quedan de la belleza que se da… Ojalá que caiga ya la noche, para así, poder intentar llamar a todas las puertas donde los recuerdos no pueden entrar. Ojalá que caiga ya la noche, y así poderte olvidar. Quiero no ser nada, quiero que se puedan arrancar los lunares de los disfraces y tu rostro desenmascarar Ojala que caiga ya la noche, para volver a empezar una nueva partida donde los recuerdos no puedan entrar. ¡ Que caiga ya la noche !

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La Constancia

La constancia es quererte como nadie pudiera imaginar que se pueda querer incluso cuando no te quiero, tenerte sin tenerte, saber del vértigo que a uno le da soñar despierto, y la conciencia de estar al tanto de que estar con vos, es estar a un beso de distancia del cielo. Es mirarte ahora como te mire la primera vez, endeudado en tus andares, no pudiéndote creer. Es besarte ahora mejor que cuando te besé, con tus labios precisos en mis labios tembleques. Es vibrar, de la piel al hueso, con el día a día, con las noches donde tenerte a un par de palmos a la derecha es de largo el mejor de mis lujos.   La constancia no es que me mate como me mata tu cuerpo, es crear hogar en tu pecho, y hacerte con mis brazos un lecho para que te guardes. Es salvarte y que me salves, y contar de a uno los secretos de tus ojos, mar verde, donde me pierdo, donde quiero vivir, donde parece decirme la suerte, quédate conmigo. Es en el sur y es en el norte, justo al este del oeste donde quisier

Silueta

Contar los pasados suele ser el primer tropiezo para conjugar los futuros. Ese porqué perdemos las guerras, queda en las heridas, pero no por mucho empeño que le tengas, nos entra en la cabeza. Remover los tiempos que dejaron el presente suele dar como hallazgo, un obstáculo espinado para los sueños. Digo yo, que perdí en la arena, por pararme a contar estrellas, parte del corazón. Dicen de los poetas y de los que escriben poemas, que nos va mejor el aire del revés. Que la musa en nuestros brazos queda pasada por agua, que el aullar se nos pone bonito cuando sangramos, que desobedecer consejos es nuestro arte, cuando una y otra vez se nos pregunta… ¿querido amigo, donde va usted? Por mi parte, diré… Cuando mi cuaderno de notas esta vacío, acudo al abismo de mis adentros, al negro que me hace atar palabra tras palabra, al nudo sin cuerpo, al yo del ello, y el ello del yo. Busco entonces letras para hacerlas escudo, armadura, una tan buena que consiga que al mirarme al espejo,

Insert Coin

Será en sábado de febrero, en Boadilla del Monte, en el escenario del Rock and Play donde pondrán al desnudo sus talentos un grupo de cinco.  Aviso que soy partidista, como lo soy de todo aquello que merece la pena. Y esto lo merece. Doy fe.  Manejo información privilegiada. Aprendí en sus tanteos que la música sin ser oficio, también es trabajo, que se puede hacer arte en el combinado de amigos y guitarra, y batería, y bajo, y voz, y que hay lujo aún sin discográficas, aunque sean de sonrisas, de guiños, de un abrazo cuando un abrazo hace falta, de música sin conservantes, de tocar por sentir. No me dieron las genéticas los juicios del oído necesarios me podrán decir. De ritmos, solo entiendo los de las palabras, para creerlo solo hace falta oírme cantar. Sin embargo, me dio la suficiente sapiencia el corazón, el instinto y alguna que otra noche de ensayo para saber que estos, la tocan de puta madre.  Percusionado mi hermano, pone en las baquetas (se alegrará de