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Mostrando entradas de julio, 2011

Traspasando el país de Alicia

Todos las personas piensan que el punto medio entre el bien y el mal está justo donde ellos lo ponen. Esto es aplicable para todos los puntos que poner, incluso los finales. Quizá por eso no me cueste cerrar este discurso que se me queda ya anticuado, extraño, como escrito por quien ya, ni siquiera fui, seguro, quien no soy. Hacer dictados a lo pensado, a los sueños, esta pasado. Así es. En la época de los Justin, de los Brad y algún Duque de por aquí, ya nadie se acuesta con Cyrano. Fue sin embargo placer, la mayoría de las veces. Otras no tanto. Escribir es escribir, tan sólo y tanto. Fue en otras ego puro, aún algo guardo, agradecimiento, mentiras honradas, dudas en base a la duda, decir por decir, seriedades, mal intento de cuentos, catas, alguna mirada perdida echada a perder, balas sin salida, caricias dirigidas y algunas, incluso, de verdad. Siempre demasiado yo mismo, fuera quien fuese. Quizá error, ora que pienso que a un escritor no debe vérsele la cara. Un trabajo

Aquello de Don Alonso Quijano y Don Quijote

Partiremos desde el corazón de la historia, donde no sita el principio. Del lugar de donde soy, hoy no quiero acordarme. Respiré al aire de las rutinas el tiempo imprescindible para no dedicarme a ellas en exceso. Suele bastarme en la taleguilla un par de ducados para pan y vino. Lo aprendí de los libros de caballería en esos tiempos donde ya no quedaban caballeros y las damas habían dejado de ser un misterio. En aquellos compendios de hazañas y honores encontré un sujeto extraño para el cual no tenía aún predicado. Había hallado princesas. Cierto que parecen molinos lo que son gigantes, o viceversa, ya ni siquiera lo recuerdo entre fiebres. Lo seguro, es la marca de mi lanzada en el ladrillo del toboso, como firma, como registro de aquella vez, en que totalmente cuerdo, decidí ser un loco. Hoy la cuerda me la pone Sancho, el panza, el bueno, el local, el que me hace bajar el vaso por estatura cuando reunimos condiciones suficientes para brindar. Me miente de veras o según convenga, c

Papel

A esas alturas del partido, uno sabe, que si ya no ha cogido equipo, le toca ser arbitro.   Mala pata, escriba como lo escriba, toca serenata de pitos. Pero pasa que un día cualquiera, como bien pudiera ser este, te da por tirar los papeles, de creyentes descreídos parece todo tan lleno que conviene ponerle pilas al marcapasos. ¿Por qué no inventarse que uno aun cree en las canciones? ¿Por qué no apostarse a que uno volverá a reír de veras? Tocan tiempos para tocar con las manos lo que es de tocar con el alma. No digo, tirar la toalla, digo más bien, secarse el sudor y poner el timón rumbo al punto de partida. Esto no pueden ser más que palabras, uno sabe, pero también una intención, una de intuiciones donde se adivine la luna callada, la noche quieta, tus ojos en penumbra, mi quebradero quebrado en un beso eterno. No toca hoy buscarle razones a la piel de gallina, a tus ojos verdes, que sea, porque así el cuerpo lo quiere. Asumido esto, pensarse en todo, sin pensarse en nada.

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La Constancia

La constancia es quererte como nadie pudiera imaginar que se pueda querer incluso cuando no te quiero, tenerte sin tenerte, saber del vértigo que a uno le da soñar despierto, y la conciencia de estar al tanto de que estar con vos, es estar a un beso de distancia del cielo. Es mirarte ahora como te mire la primera vez, endeudado en tus andares, no pudiéndote creer. Es besarte ahora mejor que cuando te besé, con tus labios precisos en mis labios tembleques. Es vibrar, de la piel al hueso, con el día a día, con las noches donde tenerte a un par de palmos a la derecha es de largo el mejor de mis lujos.   La constancia no es que me mate como me mata tu cuerpo, es crear hogar en tu pecho, y hacerte con mis brazos un lecho para que te guardes. Es salvarte y que me salves, y contar de a uno los secretos de tus ojos, mar verde, donde me pierdo, donde quiero vivir, donde parece decirme la suerte, quédate conmigo. Es en el sur y es en el norte, justo al este del oeste donde quisier

Silueta

Contar los pasados suele ser el primer tropiezo para conjugar los futuros. Ese porqué perdemos las guerras, queda en las heridas, pero no por mucho empeño que le tengas, nos entra en la cabeza. Remover los tiempos que dejaron el presente suele dar como hallazgo, un obstáculo espinado para los sueños. Digo yo, que perdí en la arena, por pararme a contar estrellas, parte del corazón. Dicen de los poetas y de los que escriben poemas, que nos va mejor el aire del revés. Que la musa en nuestros brazos queda pasada por agua, que el aullar se nos pone bonito cuando sangramos, que desobedecer consejos es nuestro arte, cuando una y otra vez se nos pregunta… ¿querido amigo, donde va usted? Por mi parte, diré… Cuando mi cuaderno de notas esta vacío, acudo al abismo de mis adentros, al negro que me hace atar palabra tras palabra, al nudo sin cuerpo, al yo del ello, y el ello del yo. Busco entonces letras para hacerlas escudo, armadura, una tan buena que consiga que al mirarme al espejo,

Insert Coin

Será en sábado de febrero, en Boadilla del Monte, en el escenario del Rock and Play donde pondrán al desnudo sus talentos un grupo de cinco.  Aviso que soy partidista, como lo soy de todo aquello que merece la pena. Y esto lo merece. Doy fe.  Manejo información privilegiada. Aprendí en sus tanteos que la música sin ser oficio, también es trabajo, que se puede hacer arte en el combinado de amigos y guitarra, y batería, y bajo, y voz, y que hay lujo aún sin discográficas, aunque sean de sonrisas, de guiños, de un abrazo cuando un abrazo hace falta, de música sin conservantes, de tocar por sentir. No me dieron las genéticas los juicios del oído necesarios me podrán decir. De ritmos, solo entiendo los de las palabras, para creerlo solo hace falta oírme cantar. Sin embargo, me dio la suficiente sapiencia el corazón, el instinto y alguna que otra noche de ensayo para saber que estos, la tocan de puta madre.  Percusionado mi hermano, pone en las baquetas (se alegrará de