Todos las personas piensan que el punto medio entre el bien y el mal está justo donde ellos lo ponen. Esto es aplicable para todos los puntos que poner, incluso los finales. Quizá por eso no me cueste cerrar este discurso que se me queda ya anticuado, extraño, como escrito por quien ya, ni siquiera fui, seguro, quien no soy. Hacer dictados a lo pensado, a los sueños, esta pasado. Así es. En la época de los Justin, de los Brad y algún Duque de por aquí, ya nadie se acuesta con Cyrano. Fue sin embargo placer, la mayoría de las veces. Otras no tanto. Escribir es escribir, tan sólo y tanto. Fue en otras ego puro, aún algo guardo, agradecimiento, mentiras honradas, dudas en base a la duda, decir por decir, seriedades, mal intento de cuentos, catas, alguna mirada perdida echada a perder, balas sin salida, caricias dirigidas y algunas, incluso, de verdad. Siempre demasiado yo mismo, fuera quien fuese. Quizá error, ora que pienso que a un escritor no debe vérsele la cara. Un trabajo ...
Partiremos desde el corazón de la historia, donde no sita el principio. Del lugar de donde soy, hoy no quiero acordarme. Respiré al aire de las rutinas el tiempo imprescindible para no dedicarme a ellas en exceso. Suele bastarme en la taleguilla un par de ducados para pan y vino. Lo aprendí de los libros de caballería en esos tiempos donde ya no quedaban caballeros y las damas habían dejado de ser un misterio. En aquellos compendios de hazañas y honores encontré un sujeto extraño para el cual no tenía aún predicado. Había hallado princesas. Cierto que parecen molinos lo que son gigantes, o viceversa, ya ni siquiera lo recuerdo entre fiebres. Lo seguro, es la marca de mi lanzada en el ladrillo del toboso, como firma, como registro de aquella vez, en que totalmente cuerdo, decidí ser un loco. Hoy la cuerda me la pone Sancho, el panza, el bueno, el local, el que me hace bajar el vaso por estatura cuando reunimos condiciones suficientes para brindar. Me miente de veras o según convenga, c...