Todos las personas piensan que el punto medio entre el bien y el mal está justo donde ellos lo ponen. Esto es aplicable para todos los puntos que poner, incluso los finales. Quizá por eso no me cueste cerrar este discurso que se me queda ya anticuado, extraño, como escrito por quien ya, ni siquiera fui, seguro, quien no soy. Hacer dictados a lo pensado, a los sueños, esta pasado. Así es. En la época de los Justin, de los Brad y algún Duque de por aquí, ya nadie se acuesta con Cyrano. Fue sin embargo placer, la mayoría de las veces. Otras no tanto. Escribir es escribir, tan sólo y tanto. Fue en otras ego puro, aún algo guardo, agradecimiento, mentiras honradas, dudas en base a la duda, decir por decir, seriedades, mal intento de cuentos, catas, alguna mirada perdida echada a perder, balas sin salida, caricias dirigidas y algunas, incluso, de verdad. Siempre demasiado yo mismo, fuera quien fuese. Quizá error, ora que pienso que a un escritor no debe vérsele la cara. Un trabajo ...
A esas alturas del partido, uno sabe, que si ya no ha cogido equipo, le toca ser arbitro. Mala pata, escriba como lo escriba, toca serenata de pitos.
Pero pasa que un día cualquiera, como bien pudiera ser este, te da por tirar los papeles, de creyentes descreídos parece todo tan lleno que conviene ponerle pilas al marcapasos. ¿Por qué no inventarse que uno aun cree en las canciones? ¿Por qué no apostarse a que uno volverá a reír de veras?
Tocan tiempos para tocar con las manos lo que es de tocar con el alma. No digo, tirar la toalla, digo más bien, secarse el sudor y poner el timón rumbo al punto de partida. Esto no pueden ser más que palabras, uno sabe, pero también una intención, una de intuiciones donde se adivine la luna callada, la noche quieta, tus ojos en penumbra, mi quebradero quebrado en un beso eterno.
No toca hoy buscarle razones a la piel de gallina, a tus ojos verdes, que sea, porque así el cuerpo lo quiere. Asumido esto, pensarse en todo, sin pensarse en nada. Ser, por ser, como ser, sin tenerse tan en cuenta que al mirarse uno, desaparezca el resto del mundo.
A galopar, diría Alberti, A galopar, hasta enterrarlos en el mar, los recuerdos del puerto cordura, la calle de la amargura, las manchas en el pelo del diario con gachas, la fabrica de desesperanzas., la avenida de las perdidas.
Y todo por este papel, que enfrentado me pide que venga consentido, que le cambie los espacios en blanco por caricias, que le aproveche los párrafos, que en su lomo se escriba la mejor carta del mundo, que no me equivoque, que no le ponga tantas comas, que le guarde un podo de gracia a la forma en que digo que esto es un primer paso.
Y a este papel, es al que pido disculpas, por no llegar a merecerle como creo merece.
Y en este papel es donde dejo un te quiero, para quede, para que sea eterno.
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