Todos las personas piensan que el punto medio entre el bien y el mal está justo donde ellos lo ponen. Esto es aplicable para todos los puntos que poner, incluso los finales. Quizá por eso no me cueste cerrar este discurso que se me queda ya anticuado, extraño, como escrito por quien ya, ni siquiera fui, seguro, quien no soy. Hacer dictados a lo pensado, a los sueños, esta pasado. Así es. En la época de los Justin, de los Brad y algún Duque de por aquí, ya nadie se acuesta con Cyrano. Fue sin embargo placer, la mayoría de las veces. Otras no tanto. Escribir es escribir, tan sólo y tanto. Fue en otras ego puro, aún algo guardo, agradecimiento, mentiras honradas, dudas en base a la duda, decir por decir, seriedades, mal intento de cuentos, catas, alguna mirada perdida echada a perder, balas sin salida, caricias dirigidas y algunas, incluso, de verdad. Siempre demasiado yo mismo, fuera quien fuese. Quizá error, ora que pienso que a un escritor no debe vérsele la cara. Un trabajo ...
Rozo la muerte cuando escribo, pensando en ti… en cada palabra me va la vida si van vestidas para tus oídos, quiera o no quiera, lo sé… Me sigue faltando usted. Me sale del alma, la tinta, quiera o no me quiera creer, el amor que proceso no es de ser, ni de humano, ni siquiera real… más de lo que la quiero, no se puede querer, quizá sí, no lo sé, le recuerdo que… Me sigue faltando usted. Y no pondré en letras, su boca, ni su estancia a mi vera, a mi lado, ni mandaré a la mierda a la primavera, que se va, que una y otra vez me recuerda que… Me sigue faltando usted. Felicidades.