Todos las personas piensan que el punto medio entre el bien y el mal está justo donde ellos lo ponen. Esto es aplicable para todos los puntos que poner, incluso los finales. Quizá por eso no me cueste cerrar este discurso que se me queda ya anticuado, extraño, como escrito por quien ya, ni siquiera fui, seguro, quien no soy. Hacer dictados a lo pensado, a los sueños, esta pasado. Así es. En la época de los Justin, de los Brad y algún Duque de por aquí, ya nadie se acuesta con Cyrano. Fue sin embargo placer, la mayoría de las veces. Otras no tanto. Escribir es escribir, tan sólo y tanto. Fue en otras ego puro, aún algo guardo, agradecimiento, mentiras honradas, dudas en base a la duda, decir por decir, seriedades, mal intento de cuentos, catas, alguna mirada perdida echada a perder, balas sin salida, caricias dirigidas y algunas, incluso, de verdad. Siempre demasiado yo mismo, fuera quien fuese. Quizá error, ora que pienso que a un escritor no debe vérsele la cara. Un trabajo ...
La gran masa de agua se hizo tan fuerte que le sirvió un leve movimiento sobre la popa, para volcar la barca. Ana se sumergía inexorable hacia el fondo azul, que después sería negro. No había rastro de su padre. En primera instancia, y con la garganta ardiendo de miedo, sacó fuerzas de donde no quedaba nada.
La joven consiguió llegar a la superficie que aún quedaba a flote y encontró apoyo, busco con la mirada, pero no había rastro alguno de su padre. Ana no quiso creer que el mar se lo había tragado y que pronto haría lo propio con ella.
Mejor así - se dijo -, no me quedan motivos para volver -pensó-.
Sus brazos dejaron de encontrar motivos para aguantar, cerró los ojos, y empezó a hundirse con serenidad.
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