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Traspasando el país de Alicia

Todos las personas piensan que el punto medio entre el bien y el mal está justo donde ellos lo ponen. Esto es aplicable para todos los puntos que poner, incluso los finales. Quizá por eso no me cueste cerrar este discurso que se me queda ya anticuado, extraño, como escrito por quien ya, ni siquiera fui, seguro, quien no soy. Hacer dictados a lo pensado, a los sueños, esta pasado. Así es. En la época de los Justin, de los Brad y algún Duque de por aquí, ya nadie se acuesta con Cyrano. Fue sin embargo placer, la mayoría de las veces. Otras no tanto. Escribir es escribir, tan sólo y tanto. Fue en otras ego puro, aún algo guardo, agradecimiento, mentiras honradas, dudas en base a la duda, decir por decir, seriedades, mal intento de cuentos, catas, alguna mirada perdida echada a perder, balas sin salida, caricias dirigidas y algunas, incluso, de verdad. Siempre demasiado yo mismo, fuera quien fuese. Quizá error, ora que pienso que a un escritor no debe vérsele la cara. Un trabajo ...

Retrato de un Sueño

Cuenta su cuarta y media melena con un negro inadmisible para la altura de mis letras. Azabache de abismo para el que cualquier adjetivo se queda infante. Y yo, que solo obtengo sorpresas en la tinta de la pluma cuando le desborda el rizo domado que parece anochecido por el paso del tiempo, soy su testigo.
Tiene el semblante inquieto y sereno, con el justo punto de brío que le da el equilibrio necesario para hacer de los imposibles, posibles. El flequillo no roza su frente, la acaricia, la engrandece, la presenta.
Mujer con cara de niña, como de porcelana triste, rostro claro que parece tener de su lado los duendes invisibles. De ojos tostados como café. Profundos. La mirada es de tristeza rabiosa, precisa, despistada, perdida, delicada. Vienen sus ojos del alma, de ser de aquellas personas que se saben perdidas en el mismo momento en que acaban de encontrarse. De muchacha los parpados cuando se cierran y se hace el silencio.
Suave tiene la palabra que se desliza con carácter de lluvia. Habla despacio, con tono bajo, sabe que sale más a cuenta vestir las letras con Do si se trata de razones (guarda muy secreto el Si para las pasiones). No presenta dogmas, ni mandamientos, ni engaños, ni literatura fina, ni se cierra sus propias puertas, ni se abre exceso de caminos, ni cuenta las victorias con las manos, ni se capitula en sus derrotas. Su voz es el esmalte que te rompe la cordura, la fragilidad irrompible de ser más humano que persona, algo parecido, para que ustedes me entiendan, a la mezcla de sonidos y texturas que se dan en la roca cuando en ella muere el mar.
Y después…
Su forma de estar callada.

Un sortilegio parece, cuando enmudece pero está, cuando te cuenta silente que se aburre y te pide que le acompañes al país del nunca jamás. Cuando el mundo se para a su señal, y te avisa su risa que has llegado a un lugar secreto. Tiemblas entonces, hasta en sitios donde no sabías temblar.  Sabes que es justo el momento en que no habrá marcha atrás, ya eres suyo, ya has puesto precio a tu alma, que no vale más que uno de sus besos, que no vale menos que un cuento con los lunares de su espalda. 
Respira hondo, hinchando el pecho, convirtiendo la respiración en suspiro. Las ideas, las tiene como de juguete de niño. Se le dan bien las malabares, matricula lleva en el expediente de pensar lo repensado, de cambiarte un axioma por una quimera, de reinventarse, de demostrar con la más absoluta de las simplezas, que lo salado, no siempre sabe a sal. Si la vida le da la vuelta, ella, simplemente, abraza en otro sentido.
Besa con la boca entre abierta, como guardándose el beso, como prometiendo que habrá segunda parte, como aprendiendo a tocar como instrumento, la voluntad. Late entonces el pulso tan lento que uno se cree en el cielo. Sonríe siempre después, mientras tú llegas al fin del misterio que aún, no quiero adelantar. Repito;
Tiene cuarta y media melena de negro imposible, azabache de abismo, el rizo domado, anochecido, tranquilo y sereno…
… De ojos tostados como café. Profundos. De mirada triste contenta, de niña los parpados, de silencio la mirada…
… Suave la palabra, con carácter, Do de razones y pasiones en Si. Voz de porcelana, frágil, de texturas de espuma…
… Las ideas de juguete, los dogmas sin dueño.
No queda ya duda posible, su nombre, es sueño.
¿Y quién quiere ahora despertar?

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