Todos las personas piensan que el punto medio entre el bien y el mal está justo donde ellos lo ponen. Esto es aplicable para todos los puntos que poner, incluso los finales. Quizá por eso no me cueste cerrar este discurso que se me queda ya anticuado, extraño, como escrito por quien ya, ni siquiera fui, seguro, quien no soy. Hacer dictados a lo pensado, a los sueños, esta pasado. Así es. En la época de los Justin, de los Brad y algún Duque de por aquí, ya nadie se acuesta con Cyrano. Fue sin embargo placer, la mayoría de las veces. Otras no tanto. Escribir es escribir, tan sólo y tanto. Fue en otras ego puro, aún algo guardo, agradecimiento, mentiras honradas, dudas en base a la duda, decir por decir, seriedades, mal intento de cuentos, catas, alguna mirada perdida echada a perder, balas sin salida, caricias dirigidas y algunas, incluso, de verdad. Siempre demasiado yo mismo, fuera quien fuese. Quizá error, ora que pienso que a un escritor no debe vérsele la cara. Un trabajo ...
La constancia es quererte como nadie pudiera imaginar que se pueda querer incluso cuando no te quiero, tenerte sin tenerte, saber del vértigo que a uno le da soñar despierto, y la conciencia de estar al tanto de que estar con vos, es estar a un beso de distancia del cielo.
Es mirarte ahora como te mire la primera vez, endeudado en tus andares, no pudiéndote creer.
Es besarte ahora mejor que cuando te besé, con tus labios precisos en mis labios tembleques.
Es vibrar, de la piel al hueso, con el día a día, con las noches donde tenerte a un par de palmos a la derecha es de largo el mejor de mis lujos.
La constancia no es que me mate como me mata tu cuerpo, es crear hogar en tu pecho, y hacerte con mis brazos un lecho para que te guardes.
Es salvarte y que me salves, y contar de a uno los secretos de tus ojos, mar verde, donde me pierdo, donde quiero vivir, donde parece decirme la suerte, quédate conmigo.
Es en el sur y es en el norte, justo al este del oeste donde quisiera fundar iglesia con tu nombre, y ser tu cruz, y tu pecado, y tu pan, y tu castigo, y tu indulto.
Es darte versos aunque solo me queden palabras, escribirte en la pared te quiero, aunque en real ponga te querré siempre, y ser tu amigo, tu enemigo, tu fiebre, tu llave… tu tiempo.
La constancia es quererte como nadie pudiera imaginar que se pueda querer incluso cuando no te quiero… quiera yo, o no quiera.
Es esto, todo, siempre.
Comentarios
Publicar un comentario