Todos las personas piensan que el punto medio entre el bien y el mal está justo donde ellos lo ponen. Esto es aplicable para todos los puntos que poner, incluso los finales. Quizá por eso no me cueste cerrar este discurso que se me queda ya anticuado, extraño, como escrito por quien ya, ni siquiera fui, seguro, quien no soy. Hacer dictados a lo pensado, a los sueños, esta pasado. Así es. En la época de los Justin, de los Brad y algún Duque de por aquí, ya nadie se acuesta con Cyrano. Fue sin embargo placer, la mayoría de las veces. Otras no tanto. Escribir es escribir, tan sólo y tanto. Fue en otras ego puro, aún algo guardo, agradecimiento, mentiras honradas, dudas en base a la duda, decir por decir, seriedades, mal intento de cuentos, catas, alguna mirada perdida echada a perder, balas sin salida, caricias dirigidas y algunas, incluso, de verdad. Siempre demasiado yo mismo, fuera quien fuese. Quizá error, ora que pienso que a un escritor no debe vérsele la cara. Un trabajo ...
He vivido algo más de cuatrocientos meses. Quizá tiempo suficiente como para darme cuenta que jamás vi nada tan aborrecible y a la vez tan admirable como el ser humano.

Con todo esto, solo me atrevo afirmar que me sé humano. Aprendido queda con matrícula la asignatura de no creerse el ombligo del mundo, y que aquí, lo que queda, lo que soy, lo que puedo ofrecer, es un puñado de letras para que en su cabeza escriba quien lea.
De humano a humano, gracias por leerme.
Todo ello cierto,y ciertamente no solamente el raciocinio te dice que asi es, tambien esta reflexion te crea la dicotomia de reconocerlo y poderlo llevar a la practica habitual y diaria, cosa nada facil por otro lado y al alcance de muy pocos.
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