Ir al contenido principal

Traspasando el país de Alicia

Todos las personas piensan que el punto medio entre el bien y el mal está justo donde ellos lo ponen. Esto es aplicable para todos los puntos que poner, incluso los finales. Quizá por eso no me cueste cerrar este discurso que se me queda ya anticuado, extraño, como escrito por quien ya, ni siquiera fui, seguro, quien no soy. Hacer dictados a lo pensado, a los sueños, esta pasado. Así es. En la época de los Justin, de los Brad y algún Duque de por aquí, ya nadie se acuesta con Cyrano. Fue sin embargo placer, la mayoría de las veces. Otras no tanto. Escribir es escribir, tan sólo y tanto. Fue en otras ego puro, aún algo guardo, agradecimiento, mentiras honradas, dudas en base a la duda, decir por decir, seriedades, mal intento de cuentos, catas, alguna mirada perdida echada a perder, balas sin salida, caricias dirigidas y algunas, incluso, de verdad. Siempre demasiado yo mismo, fuera quien fuese. Quizá error, ora que pienso que a un escritor no debe vérsele la cara. Un trabajo ...

El Dilema de Sofía – Capítulo III – Yo también te quiero

David se levantó aquella mañana como si fuera una más. Puso la cafetera al fuego, mientras abría una bolsa de magdalenas que su mujer había hecho hace algo más de siete días. En el armario más cercano al frigorífico de color plateado cogió una de las tazas grandes. Le gustaban. Desde hace unos años que las coleccionaba de todas las formas y tamaños posibles. Eligió una sencilla, de color blanco, con el borde donde posar los labios marcado en rojo. Una vez dispuesto el desayuno se sentó en el mismo lugar de la cocina que siempre utilizaban para desayunar. Pero le faltaba algo, su mujer, llevaba ya un semana en Bilbao donde abrían un nuevo restaurante de la franquicia para la que trabajaba.
Sacó la foto de la cartera, después de dar buena salida a dos de aquellos bizcochos caseros empapados en café. El rostro de Luna ocupaba todo el retrato. Aunque últimamente aquel nombre parecía haberse puesto de moda, cuando la conoció, no era para nada habitual. Ella tampoco lo era. Aparentaba tener menos edad de la que realmente tenía. Sonreía bordeando la risa, sus ojos eran castaños, su flequillo irregular. Destacaban dos pendientes en forma de aro, su tez era suave, especialmente en su hombro izquierdo que descubría con gracia con tan solo un tirante como escudo. Pensó entonces mucha suerte. Que una mujer así se hubiera fijado en él ya era un éxito, pero que además le quisiera por tanto tiempo, podría decirse que era hasta un milagro. Ya no la quería como el primer día, ahora la amaba más que a su propia vida.
Quiso llamarla, pero sabía que estaría ocupada y no quería molestarla. Le mando por tanto un mensaje al móvil, escueto, simple, sencillo. Para lo que quería decirla, sobraban las palabras. Solo usó dos. Te quiero.
Guardo la cartera, cogió algo de dinero y decidió bajar al pueblo para comprar algo con lo que poder hacer una cena al día siguiente. Ella volvería esa misma tarde. Decidió bajar andando, aquel paseo le sentaría bien, no eran más de veinte minutos y no compraría demasiado. Quizás algo de jamón ibérico, un poco de foie, pan y vino de Ribera. Con eso bastaría. Calzó sus botas bajas que usaba normalmente para sus caminatas y salió a la calle feliz.
Andaba ya cerca del barranco cuando vio que un coche se acercaba. Prudente, se aparto del arcén y bajo el ritmo de sus pasos. En aquel coche iban una mujer joven y su padre. Se dibujó una sonrisa en su rostro. Ella se alegraría cuando le dijese en la cena que por fin estaba convencido para dar el paso y tener niños. Estando a su altura, incompresiblemente, el coche dio un brusco giro dirigiéndose hacia él. No tuvo tiempo para reaccionar.
Sonó a la vez que aquel vehículo se lo llevaba por delante el sonido de un mensaje. Aquel texto que no se leería nunca, también era escueto, simple, sencillo. Tan solo decía, yo también te quiero.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El Cuarto de las Hadas

Quizá sea cierto y exista un lugar donde cada palabra tenga alma, donde ser, no se atraviese en la garganta y mirarse en el espejo sea una aventura Quizá sea Magia entender que es tan sencillo como dos labios que al chocar puedan llegar a decirse “Nunca te dejaré escapar” Quizá sea cierto y exista el cuarto de las hadas donde el cuento empieza y vuelve a empezar, y vuelve a empezar… Silencio… Que tus palabras no estropeen lo que dices con la mirada… Silencio… Ora que en el espejo de tus ojos está El cuarto de las hadas

Traspasando el país de Alicia

Todos las personas piensan que el punto medio entre el bien y el mal está justo donde ellos lo ponen. Esto es aplicable para todos los puntos que poner, incluso los finales. Quizá por eso no me cueste cerrar este discurso que se me queda ya anticuado, extraño, como escrito por quien ya, ni siquiera fui, seguro, quien no soy. Hacer dictados a lo pensado, a los sueños, esta pasado. Así es. En la época de los Justin, de los Brad y algún Duque de por aquí, ya nadie se acuesta con Cyrano. Fue sin embargo placer, la mayoría de las veces. Otras no tanto. Escribir es escribir, tan sólo y tanto. Fue en otras ego puro, aún algo guardo, agradecimiento, mentiras honradas, dudas en base a la duda, decir por decir, seriedades, mal intento de cuentos, catas, alguna mirada perdida echada a perder, balas sin salida, caricias dirigidas y algunas, incluso, de verdad. Siempre demasiado yo mismo, fuera quien fuese. Quizá error, ora que pienso que a un escritor no debe vérsele la cara. Un trabajo ...

La Renta

Antes de invitarles a que me acompañen por estas palabras, les advertiré de que no soy objetivo. Y tampoco lo pretendo, no engaño. De los sitios que pudiera frecuentar, este, se parece mucho a un hogar. Sus manteles de ajedrez mueven pieza primero, mientras uno aún no acaba de darse cuenta, de que ha entrado en un lugar especial.  Se debe empezar por la barra, donde la caña es perfecta, de golpe y buen tiro.  Aceitunas y ensaladilla acompañan los verbos, Ahora que el alma parece estar contenta y el cuerpo va haciéndose lugar entre amigos y susurros, uno parece conseguir olvidarse que hay un mundo esperando fuera. Las yemas notan el sabor a madera vieja, y tras las voces si uno gusta, puede sentir música con sus seis letras completas. La Renta hoy, es un lugar que en su día fue un sueño. No es cosa baladí, hoy que los sueños se venden en pack de tres, en ofertas de internet, enlatados en un llevese dos y pague tres. Lo es, por el trabajo con ganas, por el excelente mimo de un...