Todos las personas piensan que el punto medio entre el bien y el mal está justo donde ellos lo ponen. Esto es aplicable para todos los puntos que poner, incluso los finales. Quizá por eso no me cueste cerrar este discurso que se me queda ya anticuado, extraño, como escrito por quien ya, ni siquiera fui, seguro, quien no soy. Hacer dictados a lo pensado, a los sueños, esta pasado. Así es. En la época de los Justin, de los Brad y algún Duque de por aquí, ya nadie se acuesta con Cyrano. Fue sin embargo placer, la mayoría de las veces. Otras no tanto. Escribir es escribir, tan sólo y tanto. Fue en otras ego puro, aún algo guardo, agradecimiento, mentiras honradas, dudas en base a la duda, decir por decir, seriedades, mal intento de cuentos, catas, alguna mirada perdida echada a perder, balas sin salida, caricias dirigidas y algunas, incluso, de verdad. Siempre demasiado yo mismo, fuera quien fuese. Quizá error, ora que pienso que a un escritor no debe vérsele la cara. Un trabajo ...
A qué me dices que ya sé,
que la poesía es mentira,
que es el falsete del alma
y el disfraz de la palabra.
A que, si un verso es vida
y yo necesito adoptar
lo contrario de rutina,
para no sentir de frío
el desapego de mis venas.
A que ese rojo de tu ira,
si solo quería robar
de tu dudosa subida
un escalón de tu prisa
para unirlo conmigo.
A qué, te acercas sin prisa
a probarme los labios
con esa ausencia de risa,
si tú nunca fuiste mía
y te quería por querer.
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