Todos las personas piensan que el punto medio entre el bien y el mal está justo donde ellos lo ponen. Esto es aplicable para todos los puntos que poner, incluso los finales. Quizá por eso no me cueste cerrar este discurso que se me queda ya anticuado, extraño, como escrito por quien ya, ni siquiera fui, seguro, quien no soy. Hacer dictados a lo pensado, a los sueños, esta pasado. Así es. En la época de los Justin, de los Brad y algún Duque de por aquí, ya nadie se acuesta con Cyrano. Fue sin embargo placer, la mayoría de las veces. Otras no tanto. Escribir es escribir, tan sólo y tanto. Fue en otras ego puro, aún algo guardo, agradecimiento, mentiras honradas, dudas en base a la duda, decir por decir, seriedades, mal intento de cuentos, catas, alguna mirada perdida echada a perder, balas sin salida, caricias dirigidas y algunas, incluso, de verdad. Siempre demasiado yo mismo, fuera quien fuese. Quizá error, ora que pienso que a un escritor no debe vérsele la cara. Un trabajo ...
Por muy fuerte que caiga, hay cosas que la lluvia no se lleva nunca. Eusebio lo sabía, por eso, aquella mañana de martes, veintiocho de diciembre de dos mil diez se había levantado con el mismo mal humor de siempre. La aguja pequeña del reloj aún no había llegado a las nueve de la mañana, pero más de cuarenta años trabajados a la espalda dejan secuelas. Una de ellas, era madrugar en exceso cuando nada se tenía que hacer. La temperatura de la casa era estable. Las ascuas de la chimenea aún resistían desde la noche anterior al frío que se adivinaba desde la ventana. Aún no había salido el sol, pero la luna parecía ya cansada de reinar, en fase menguante iba dejando a poco pasar la luz que en breve despertaría el ansia de la cuidad. Su espinazo fue el primero en quejarse. Le recordó con todo el rencor que puede asumir una espalda todos aquellos años en que anduvo mal posicionada en una triste silla de oficina. Encendió más por costumbre que por gusto la máquina que se había regalado por N...
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