Todos las personas piensan que el punto medio entre el bien y el mal está justo donde ellos lo ponen. Esto es aplicable para todos los puntos que poner, incluso los finales. Quizá por eso no me cueste cerrar este discurso que se me queda ya anticuado, extraño, como escrito por quien ya, ni siquiera fui, seguro, quien no soy. Hacer dictados a lo pensado, a los sueños, esta pasado. Así es. En la época de los Justin, de los Brad y algún Duque de por aquí, ya nadie se acuesta con Cyrano. Fue sin embargo placer, la mayoría de las veces. Otras no tanto. Escribir es escribir, tan sólo y tanto. Fue en otras ego puro, aún algo guardo, agradecimiento, mentiras honradas, dudas en base a la duda, decir por decir, seriedades, mal intento de cuentos, catas, alguna mirada perdida echada a perder, balas sin salida, caricias dirigidas y algunas, incluso, de verdad. Siempre demasiado yo mismo, fuera quien fuese. Quizá error, ora que pienso que a un escritor no debe vérsele la cara. Un trabajo
Lo malo de los almanaques, supongo, es que no se adaptan a las necesidades. Me gustaría admitir que un lunes es tan buen día como para otro para estar enamorado y salir a celebrarlo, sin embargo, me voy a permitir dudarlo.
De porque no creo en los calendarios tengo más hechos que respuestas; de ellos, de esos días tan señalados, he borrado aniversarios que nunca pensé borrar, he puesto el cartel de cerrado en las ventanillas de aquellos cumpleaños que perdieron el sentido en lugar de ganarlo con el paso de los años, he cedido noche viejas al puro dolor, he perdido en la noche buena las ganas de cena, y vendí la parte de lo poco que queda de mi alma en una noche de San Juan.
En hogueras he quemado mis palabras mal dichas en fallas, y debo admitirlo, no deje pasar la oportunidad de comer carne en jueves santo. Me fui al sur en los Sanfermines, y no miento en absoluto, si afirmo que subasto mi cuatro de julio al mejor postor.
De porque odio el calendario, me sobran razones, especialmente cuando uno piensa en aquellos que solo se acuerdan de uno, en los aniversarios.
Supongo que quien lea hoy estas palabras tendrá gustos encontrados. De ayer los habrá con flores, con versos y espero que muchos con bombones, moda que venga o vaya, que viva el chocolate. No obstante, un lunes, por muchos vestidos que le pongas, sigue siendo un lunes, si el que le sigue es un martes cualquiera.
Por todo esto, este humilde pelea letras, les anima a romper el dos mil once en once mil dos pedazos, y que hoy, quince de febrero, sea también, día de los enamorados.
Que hoy, no falten flores.
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