Todos las personas piensan que el punto medio entre el bien y el mal está justo donde ellos lo ponen. Esto es aplicable para todos los puntos que poner, incluso los finales. Quizá por eso no me cueste cerrar este discurso que se me queda ya anticuado, extraño, como escrito por quien ya, ni siquiera fui, seguro, quien no soy. Hacer dictados a lo pensado, a los sueños, esta pasado. Así es. En la época de los Justin, de los Brad y algún Duque de por aquí, ya nadie se acuesta con Cyrano. Fue sin embargo placer, la mayoría de las veces. Otras no tanto. Escribir es escribir, tan sólo y tanto. Fue en otras ego puro, aún algo guardo, agradecimiento, mentiras honradas, dudas en base a la duda, decir por decir, seriedades, mal intento de cuentos, catas, alguna mirada perdida echada a perder, balas sin salida, caricias dirigidas y algunas, incluso, de verdad. Siempre demasiado yo mismo, fuera quien fuese. Quizá error, ora que pienso que a un escritor no debe vérsele la cara. Un trabajo ...
Pregunta un amigo, por cierto, innegociable, si La Zalema soy yo, o yo soy la Zalema.
La cuestión tiene sus razones. De todas ellas, pudiera destacar que él me acompaña cuando me pueden mis debilidades. Él está también cuando aparento olvidar los valores, cuando me miento a mi mismo, cuando me vale un mensaje que no quiero para seguir viviendo, cuando me pierdo, cuando no tiro de instinto y me callo las verdades, cuando no me miro en el espejo, cuando pierdo la calma, cuando pongo por encima mis necesidades a mis verdades, cuando ni yo mismo me creo mis verbos, cuando guardo silencio, cuando estoy con tanta gente que me siento tan solo, cuando cabalgo una noche vivo mientras me muero por dentro, cuando me puede, cuando me golpea tanto esa frase de “ahora, el malo soy yo”.
Él está cuando soy demasiado humano, cuando en el cajón de las letras me quedo sin palabras, cuando no escribo, cuando por sueño tengo un castigo, cuando el miedo de no tener hogar me hace nómada, cuando no sé regresar a la cama, cuando se estropean los cuentos, cuando aquella mujer que nunca soñé me dice que no, cuando la mujer de mi vida no está, cuando el norte parece quedar tan lejos, cuando el labio se me tuerce y lo que queda de mí es una caricatura, cuando abuso de la aliteración en tales excesos que merezco dejar de sentirme escritor.
Sin embargo, me parece un punto de vista interesante para poder uno acercarse a una de esas preguntas universales:
- ¿Quién soy?
¿Son espejos mis palabras en este blog?, ¿Quizá solo reflejos?, ¿Retazos del alma que aún queda?, ¿Cuánto hay del yo?, ¿Del ser uno mismo siempre?
Querido amigo, a tu pregunta, hoy, que me hago cansado de mi mismo, de mi parodia, solo puedo responderte con otra pregunta.
¿Cuándo crees tú, que soy más yo?
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