Todos las personas piensan que el punto medio entre el bien y el mal está justo donde ellos lo ponen. Esto es aplicable para todos los puntos que poner, incluso los finales. Quizá por eso no me cueste cerrar este discurso que se me queda ya anticuado, extraño, como escrito por quien ya, ni siquiera fui, seguro, quien no soy. Hacer dictados a lo pensado, a los sueños, esta pasado. Así es. En la época de los Justin, de los Brad y algún Duque de por aquí, ya nadie se acuesta con Cyrano. Fue sin embargo placer, la mayoría de las veces. Otras no tanto. Escribir es escribir, tan sólo y tanto. Fue en otras ego puro, aún algo guardo, agradecimiento, mentiras honradas, dudas en base a la duda, decir por decir, seriedades, mal intento de cuentos, catas, alguna mirada perdida echada a perder, balas sin salida, caricias dirigidas y algunas, incluso, de verdad. Siempre demasiado yo mismo, fuera quien fuese. Quizá error, ora que pienso que a un escritor no debe vérsele la cara. Un trabajo ...
La eterna promesa de escritor para quien de sus valores, nunca encontró el de venta, me parece premio más que suficiente para su consideración. Y que ya me tocaba de hace tiempo venir un rato a su lado, a tocarle el corazón.
Me sabe a buen vino una comida de martes con vos. Mí querido negativo de foto. Mi lado positivo del yo, y el masculino de mí femenino, con todas las viceversas que usted quiera.
Empezaré por reconocerle, lo fácil que sale convertir una comida de martes, en cena de domingo, cuando es a ti a quien tengo enfrente. Dicho queda, que con el lunes ya caído, presta a los detalles, más atención el corazón.
Las mismas lunas acompañan nuestros países, lo aseguro. Da igual si quien reina, reinaba o reinará (le dejo a su merced, la elección del tiempo verbal) es princesa a destronar o califa. Al fin y al cabo, lo único que pedimos al destino, es que nos devuelva un poco de lo que le dimos. Si lo piensa, quizá no sea pedir tanto.
Dices con razón, lo cual firmo como propio (ya me conoce como ladrón de frases), que no tenemos rotos los sentimientos, que tan solo están gastados. Por tanto, no te negaré, tampoco podría, que resulta demasiado caro el fuel, ahora que tenemos el sueldo de la ilusión recortado y anda jugando con las nubes la tarifa del petróleo.
Contigo no jugaré a las adivinanzas. Honor obliga, a afirmarla, que a pesar de las barricadas, el adverbio esperanza se nos va a verbo. Siendo ahora el gerundio de espera, o incluso, para hacer más pie en las exactas, condicional.
Cambiamos tantas veces doblones de oro por peniques de cobre, que fundimos de nuestros adentros las islas del tesoro. Con tan poco efectivo y sobrios como cubas, es normal que digamos, que esa pinaza, bien amarrada queda en el Puerto de la Independencia. Mejor amarres, búsquenlos en otra parte de La Zalema.
Ahora, jóvenes viejos, ya solo nos quedan los restos. Un par de huevos por si hay algo que freír, la soltura de decir que no, cuando no queremos decir. La cabeza alta, el orgullo de quien hizo todo lo que pudo, incluso cuando nada pudo hacer, la torpeza de no saber, si saber querer. La garganta con más sentido del ridículo del debido, y una paz, a punto de guerra en el interior.
Mi querido negativo, solo puedo y quiero decirte, y para esto, me sobra todo lo anterior. Que en la chistera, aún nos queda el último abracadabra.
No le quepa duda, le confío mi palabra, más no tengo.
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