Todos las personas piensan que el punto medio entre el bien y el mal está justo donde ellos lo ponen. Esto es aplicable para todos los puntos que poner, incluso los finales. Quizá por eso no me cueste cerrar este discurso que se me queda ya anticuado, extraño, como escrito por quien ya, ni siquiera fui, seguro, quien no soy. Hacer dictados a lo pensado, a los sueños, esta pasado. Así es. En la época de los Justin, de los Brad y algún Duque de por aquí, ya nadie se acuesta con Cyrano. Fue sin embargo placer, la mayoría de las veces. Otras no tanto. Escribir es escribir, tan sólo y tanto. Fue en otras ego puro, aún algo guardo, agradecimiento, mentiras honradas, dudas en base a la duda, decir por decir, seriedades, mal intento de cuentos, catas, alguna mirada perdida echada a perder, balas sin salida, caricias dirigidas y algunas, incluso, de verdad. Siempre demasiado yo mismo, fuera quien fuese. Quizá error, ora que pienso que a un escritor no debe vérsele la cara. Un trabajo ...
Ya suenan las campanas
y dos mudos que no sordos
manifiestan bajo un toldo
el sí a la presente alianza.
Ya viene el negro coche
con un cuerpo de madera
para convertirlo en piedra
en el grito de la noche.
Y baila el día
y cala el silencio,
ya aman los Vicenzio
y calla de luto María.
Ya está otra vez la vida
y la doble cara de moneda,
en su cruz, cuerpo de madera,
y al anverso, lo que usted le pida.
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