Todos las personas piensan que el punto medio entre el bien y el mal está justo donde ellos lo ponen. Esto es aplicable para todos los puntos que poner, incluso los finales. Quizá por eso no me cueste cerrar este discurso que se me queda ya anticuado, extraño, como escrito por quien ya, ni siquiera fui, seguro, quien no soy. Hacer dictados a lo pensado, a los sueños, esta pasado. Así es. En la época de los Justin, de los Brad y algún Duque de por aquí, ya nadie se acuesta con Cyrano. Fue sin embargo placer, la mayoría de las veces. Otras no tanto. Escribir es escribir, tan sólo y tanto. Fue en otras ego puro, aún algo guardo, agradecimiento, mentiras honradas, dudas en base a la duda, decir por decir, seriedades, mal intento de cuentos, catas, alguna mirada perdida echada a perder, balas sin salida, caricias dirigidas y algunas, incluso, de verdad. Siempre demasiado yo mismo, fuera quien fuese. Quizá error, ora que pienso que a un escritor no debe vérsele la cara. Un trabajo ...
Uno. El que se acostó con mi mujer, era el preferido mío, y por lo que se ve (que yo no vi), también de mi mujer. De los tres siempre fue el más atractivo, también el más tonto (la naturaleza a veces tiene el gusto de compensar una por otra). No tengo tan claro, que sea esa misma naturaleza la que nos dota de compasión. Pero quizá por ella, él siempre fue mi parte derecha del corazón. Al fin y al cabo, el siempre me necesito más en su vida que el otro, desde luego más que yo a los dos juntos. Al paso de su parca lengua, sus abundantes meteduras de pata, tanto en líos de faldas como en otros que ora no vienen de caso, con diversos enredos, siempre le vino bien la palabra de un amigo feo, es decir, mi palabra.
El otro, mi amigo combativo, es aquel con quien siempre estas combatiendo. Mi listón, a pesar de que nunca admitiría que me alegro de algunos de sus fracasos. En mi interior siempre se barrunta la idea de que sus éxitos no molestan siempre y cuando sean inferiores a los míos. Es lo que tiene la igualdad en la amistad. Supongo. De tú a tú, no cabe otra que batirse a espadas por el mundo. A sinceras, que mal me caen este tipo de sentimientos, pero no puedo evitarme sentirme mal si su sueldo de amigo bate al propio en más de dos cuartas.
Hasta hoy, atinó la suerte de mi lado, y mis éxitos fueron más éxitos que los de mi amigo, y mis fracasos menos fracasos… hasta hoy
Fue un lunes. Cuando los problemas eligen día por si solos, eligen el peor de los posibles, y el peor de los siete que yo conozco es el dichoso lunes. Era sobre la una de la tarde, cuando nos vimos tres personas en situación escamosa, en una habitación pintada de malva (fue idea de mi mujer), en un momento en que no debíamos estar.
No sé si ustedes, sabrán del sabor de la traición. Por lo que he podido averiguar, dicen que de todos los que puedes probar, es el más intenso con diferencia, al parecer, un huracán de humillación, amor, odio, nauseas, recuerdos, futuros rotos. Yo no sentí nada de eso. Mi problema era realmente otro.
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