Todos las personas piensan que el punto medio entre el bien y el mal está justo donde ellos lo ponen. Esto es aplicable para todos los puntos que poner, incluso los finales. Quizá por eso no me cueste cerrar este discurso que se me queda ya anticuado, extraño, como escrito por quien ya, ni siquiera fui, seguro, quien no soy. Hacer dictados a lo pensado, a los sueños, esta pasado. Así es. En la época de los Justin, de los Brad y algún Duque de por aquí, ya nadie se acuesta con Cyrano. Fue sin embargo placer, la mayoría de las veces. Otras no tanto. Escribir es escribir, tan sólo y tanto. Fue en otras ego puro, aún algo guardo, agradecimiento, mentiras honradas, dudas en base a la duda, decir por decir, seriedades, mal intento de cuentos, catas, alguna mirada perdida echada a perder, balas sin salida, caricias dirigidas y algunas, incluso, de verdad. Siempre demasiado yo mismo, fuera quien fuese. Quizá error, ora que pienso que a un escritor no debe vérsele la cara. Un trabajo ...
Yo debía de estar en mi trabajo, del cual me escape con la excusa de unas nauseas horrendas tristemente provocadas por dos dedos y una garganta. La idea era darle una sorpresa a mi mujer, que debía estar en el sofá anaranjado (este idea mía) del salón, donde la deje aquejada de una pequeña y no demasiada molesta gripe. Por otra parte, mi amigo, Pedro se llamaba (supongo eso idea de sus padres, benditos los dos, pese a que yo le hubiese puesto otro nombre) debía estar en el trabajo que yo le busqué, dejándome un gran favor a convalidar a cambio. Tres personas como digo, en una situación escamosa, en una habitación pintada de malva y en un momento inoportuno. Es cierto, la cosa no hubiera sido tan grave, si de los tres, el único que no estaba desnudo no hubiera sido yo.
De la cara de bobo que uno tiene en tal situación no hablo.
No hace falta.
Hasta aquí todo normal. Un amigo mal parido, una mujer que hace mucho ya no quería y se hartó de que uno no le hiciese caso y un hecho donde el único lado positivo posible, habría que verlo con el tercer ojo (efectivamente, el del culo).
Pero les dije antes que versaba todo este asunto sobre un problema, de amor más concretamente. Y no mentí, ya que antes de contarles exactamente, les diré que se trata sobre el mas arraigado amor que tiene el ser humano, el mas incontrolable, el mas interiorista y profundo, el de raíz, el inexorable e inevitable.
El amor propio.
Un dicho ingenioso no prueba nada, pero jode (y sobre todas las cosas queda de puta madre en el Facebook). Sabía de sobra que Javier (mi segundo amigo, el combativo) tendría para este mal suceso, dichos sin posibilidad de resto a patadas. Ese es mi problema, el gran problema.
Es muy de preocupar,
ResponderEliminaraquellas personas que siendo inteligentes, manejan la palabra y por ende,la escritura,los sentimientos y las emociones.
....Pero que no actuan, sienten, se comportan y ni tan si quiera, llevan a la practica... en la vida Real.
El autor tenía por norma no intervenir sobre los comentarios, pero dada la crítica a la persona, más que a su palabra no queda más remedio que recoger el guante.
ResponderEliminarEstimado lector:
Escuetamente en dos partes. Una, la más importante, muchas gracias por su lectura y por participar en este pequeño rincón dedicado a las letras. Dos, un consejo, si no sabe, ¿para qué se mete?
No obstante se le agradece que comparta su maestría sobre la vida real. Tomo nota, mis amigos se lo agradeceran.