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Traspasando el país de Alicia

Todos las personas piensan que el punto medio entre el bien y el mal está justo donde ellos lo ponen. Esto es aplicable para todos los puntos que poner, incluso los finales. Quizá por eso no me cueste cerrar este discurso que se me queda ya anticuado, extraño, como escrito por quien ya, ni siquiera fui, seguro, quien no soy. Hacer dictados a lo pensado, a los sueños, esta pasado. Así es. En la época de los Justin, de los Brad y algún Duque de por aquí, ya nadie se acuesta con Cyrano. Fue sin embargo placer, la mayoría de las veces. Otras no tanto. Escribir es escribir, tan sólo y tanto. Fue en otras ego puro, aún algo guardo, agradecimiento, mentiras honradas, dudas en base a la duda, decir por decir, seriedades, mal intento de cuentos, catas, alguna mirada perdida echada a perder, balas sin salida, caricias dirigidas y algunas, incluso, de verdad. Siempre demasiado yo mismo, fuera quien fuese. Quizá error, ora que pienso que a un escritor no debe vérsele la cara. Un trabajo

Poema sin verso

Me pides el poema trece y yo me quedo a dos peniques las palabras.
A cambio me regalas la vida latente de tu pecho, y soy Dios que existe, si te muerdo la boca y no te veo en la mirada las veinte formas que existen para fugarse.
Me gusta cuando callas que no te vas, y te quedas, y no dices que el presente es el molar de los granos de la esperanza de lo que vendrá.
Me gusta cuando tus oídos acomodan mi susurro, y entienden, y saben sin saber el secreto de las palabras, y sonríes conociéndome, y ser yo en ti, contigo, resulta tan fácil…
Poema sin versos te doy, algo converso y sin compostura, que no entiende de leyes, ni de ritmos, ni de las silabas necesarias para contarte los centímetros de la cintura…
Poema trece, que pierde aposta las metáforas para que tus labios sean tus labios, sin más, sin menos.
Que no viste tus ojos con el color de las olas, y los mantiene intactos, con su verde estudioso cansado, con su lección aprendida, ya sabidos de que para mirar lo que miras por dentro no hace falta mirar hacia atrás.
Tu lengua es tu lengua, y de ella, nada puedo contar que no sea secreto.
Tu cuerpo entero es el cuerpo, cajón de pecados, donde yo soy yo, donde el tiempo pierde los segundos, donde una gota de sudor, es el comienzo de ese milagro para el que nos sobran panes y peces.
Poema sin verso,
aliento más que suficiente,
para dejar en el tintero la pluma,
y volver a tu beso.

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La constancia es quererte como nadie pudiera imaginar que se pueda querer incluso cuando no te quiero, tenerte sin tenerte, saber del vértigo que a uno le da soñar despierto, y la conciencia de estar al tanto de que estar con vos, es estar a un beso de distancia del cielo. Es mirarte ahora como te mire la primera vez, endeudado en tus andares, no pudiéndote creer. Es besarte ahora mejor que cuando te besé, con tus labios precisos en mis labios tembleques. Es vibrar, de la piel al hueso, con el día a día, con las noches donde tenerte a un par de palmos a la derecha es de largo el mejor de mis lujos.   La constancia no es que me mate como me mata tu cuerpo, es crear hogar en tu pecho, y hacerte con mis brazos un lecho para que te guardes. Es salvarte y que me salves, y contar de a uno los secretos de tus ojos, mar verde, donde me pierdo, donde quiero vivir, donde parece decirme la suerte, quédate conmigo. Es en el sur y es en el norte, justo al este del oeste donde quisier

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Es tan cierto que uno cae, como lo es que por naturaleza no quiere seguir en el suelo. Lo sé, porque como tú, yo también he caído. Sé del complot de las emisoras cuando ponen precisamente al encender la radio aquella canción que tú nunca pondrías, sé que ahora las noticias hablan de tasas y medias del divorcio en España, sé que los labios contrajeron una hipoteca con el dolor que hoy no pueden pagar, sé que la risa se esfumó, y la carcajada es una utopía, sé que detrás de la primera lagrima vendrá el vendaval cada uno de los días que la memoria se ponga conmigo a jugar, sé que me tiemblan las manos, que se me quiebra la voz cuando intento gritar, sé que el alma ha menguado para instalarse de nudo en la garganta, sé que me tengo que reinventar, sé que no debiera preguntarme más por lo que fue, por lo que pudo haber sido, sé que cuando miro al vacío realmente miro en mi interior, sé que aunque agarro la mano del amigo que me ayuda a ponerme en pie de nuevo estoy loco por dejarme caer,