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Mostrando entradas de enero, 2011

Traspasando el país de Alicia

Todos las personas piensan que el punto medio entre el bien y el mal está justo donde ellos lo ponen. Esto es aplicable para todos los puntos que poner, incluso los finales. Quizá por eso no me cueste cerrar este discurso que se me queda ya anticuado, extraño, como escrito por quien ya, ni siquiera fui, seguro, quien no soy. Hacer dictados a lo pensado, a los sueños, esta pasado. Así es. En la época de los Justin, de los Brad y algún Duque de por aquí, ya nadie se acuesta con Cyrano. Fue sin embargo placer, la mayoría de las veces. Otras no tanto. Escribir es escribir, tan sólo y tanto. Fue en otras ego puro, aún algo guardo, agradecimiento, mentiras honradas, dudas en base a la duda, decir por decir, seriedades, mal intento de cuentos, catas, alguna mirada perdida echada a perder, balas sin salida, caricias dirigidas y algunas, incluso, de verdad. Siempre demasiado yo mismo, fuera quien fuese. Quizá error, ora que pienso que a un escritor no debe vérsele la cara. Un trabajo

Luz de Mujer

Como muero por robarte el sol que se te enciende para ocultar la luna. Luz, que ya no me miente reflejada en tus ojos, ya no me dice vente, ya no sueña con mi hierba mojada, ya no me hastía el vientre, ya no me viste con sable y de cazador me entiende ya no… ya no me engaña.

El Dilema de Sofía - Capítulo Final - La decisión

Sofía quiso gritar, pero no pudo. Se le unieron a las cuerdas vocales las ansias, y el alma se le atravesó en la garganta. A tientas saco del recibidor una vela, blanca, intacta. Con el encendedor la puso en marcha, creando a poco, una luz tiniebla. Quedó enfrente justo del espejo. Le cogió por sorpresa la palidez de su cara frente a los ojos. Fue entonces cuando lo vio, por encima de su hombro izquierdo, en la parte superior derecha del reflector. Allí, cerca de la ventana, y sin expresión, la observaba la figura de un hombre de cara distorsionada. Supo entonces, lo que es el miedo. David se acercó cauteloso de no asustarla más de lo que estaba, pero con la prisa de quien sabe que tan solo una hora, es el tiempo que le separa del cielo o el infierno. La expresión de ella al reconocerle se tornó más terrible aún. La mezcla de culpa, angustia, incredulidad, terror y una pizca de posible enajenación mental eran motivo más que suficiente para ello. Sin embargo, lo que ella no podía siquie

El Dilema de Sofía - Capítulo V - Equivocación

Aunque mucha gente no lo sepa a ciencia cierta, la Muerte, como cualquiera, se equivoca. Es cierto, que en cuestiones de conciencia, anda fundamentalmente a la pata coja o según convenga. De los puntos fuertes que pudiera, o no pudiera tener, desde luego este, no sería uno de ellos. No es sin embargo casualidad, para aquel trabajo, la conciencia es un lujo uno no se puede permitir. Su corazón es de fuego, y su beso es calmo, sereno, indoloro, tranquilo y eterno.   En todos los tiempos se la quiso en exilio. Odiada siempre, escupida por los que la esperan, injuriada incluso por los que algún día de ella hicieron los colores de su bandera. Vilipendiada, mal entendida, juzgada y sentenciada al odio por el mero hecho de finalizar lo que casi siempre el hombre empieza. La Parca, por muchos que algunos se empeñen, no tiene, ni inventó las armas.   Pero incluso lo común a todos, no es perfecto, y Ella se erraba como cualquier otro. Con Lucio se equivocaría en dos ocasiones. La primera, cuando

El Dilema de Sofía - Capítulo IV - Argómaniz

Al doblar la rodilla, Luna sintió una rigidez exasperante. Hace solo unos días que el traumatólogo le había diagnosticado bursitis. Aquellas extensas rutas que hacía a menudo con David, le habían derivado a aquella lesión. Quien se mueve, tiene más riesgo de herida, que quien asienta el culo a diario en el sofá, pensó ella. La falda de color arena le tapaba con gracia de la espinilla a la cadera. De un discreto vistazo, observó que se le había enrojecido la articulación, pero de momento solo eran molestias. Aquella contrariedad no vino sola, afortunadamente. A su cabeza le trajo un recuerdo, un buen sabor de boca y una sonrisa. El fin de semana anterior vino a su mente. A pesar de que se iniciaran los trabajos del restaurante el lunes, ella había decidido realizar el viaje a Bilbao el viernes. Podría adelantar trabajo sobre el estudio de mercado que debía hacer, y le interesaba especialmente ver cómo funcionaba aquella zona en fin de semana.   Pero los planes son tan solo eso, planes,

El Dilema de Sofía – Capítulo III – Yo también te quiero

David se levantó aquella mañana como si fuera una más. Puso la cafetera al fuego, mientras abría una bolsa de magdalenas que su mujer había hecho hace algo más de siete días. En el armario más cercano al frigorífico de color plateado cogió una de las tazas grandes. Le gustaban. Desde hace unos años que las coleccionaba de todas las formas y tamaños posibles. Eligió una sencilla, de color blanco, con el borde donde posar los labios marcado en rojo. Una vez dispuesto el desayuno se sentó en el mismo lugar de la cocina que siempre utilizaban para desayunar. Pero le faltaba algo, su mujer, llevaba ya un semana en Bilbao donde abrían un nuevo restaurante de la franquicia para la que trabajaba. Sacó la foto de la cartera, después de dar buena salida a dos de aquellos bizcochos caseros empapados en café. El rostro de Luna ocupaba todo el retrato. Aunque últimamente aquel nombre parecía haberse puesto de moda, cuando la conoció, no era para nada habitual. Ella tampoco lo era. Aparentaba tener

El Dilema de Sofía – Capítulo II – Sol y Sombra

Lucio pidió, de nuevo a cuenta, un sol y sombra más. Había perdido la suma al sexto de los vasos, aunque más que eso, había dejado en la barra de aquel típico bar, todos y cada uno de sus recuerdos. Aquel era su sexto día ebrio, el primer lunes después de dos días que no iba a trabajar. La barba le ganaba desordenada el cuerpo a cuerpo a la piel de su rostro. La ropa descuidada le traía sin cuidado, de manchas el pantalón de pana, de hedor el jersey de rombos desdibujados. A primera vista, cualquiera hubiera dicho de él, que bebía para olvidar, sin embargo no era el pasado lo que aterrorizaba a aquel espigado andaluz de más de metro noventa. El miedo residía en el futuro. Justo en el día de mañana, se cumpliría una semana de que le hubieran diagnosticado un cáncer terminal. De dos a tres meses le dieron, sin saber, que no el tener futuro le hacia no querer presente, no sentir pasado. Sofía, abrió la puerta del Bar El Cachirulo. Su falda era de tubo, pero cómoda. Sus botas de ante, marr

El Dilema de Sofía – Capítulo I - Insomnio

El reloj de pared de la cocina apenas marcaba las ocho de la tarde cuando ya la noche parecía inagotable. Una vez más se había quedado sin pilas. Una mesa pálida sostenía paciente una taza de tila humeante mientras dos pastillas de valerianas parecían huir de su recipiente. El rastro de cenizas cobrado en el incensario, explicaba porque toda la casa olía a sándalo, pétalos de rosa, alcanfor y jazmín. Sofía había tomado por abrigo para la fuga de su cama una bata de felpa. Le llegaba muy cerca de los gemelos, a cuadros rojos y negros, no hubiera hecho afecto con ninguna de las casas de moda del momento. Sin embargo era la perfección echa prenda para aquel invierno tan cabrón. Sus manos temblaban, mientras sus ojeras jugaban una mala pasada a su agraciado gesto. Aún quedaba tiempo para intentar dormir, pero solo la idea de intentarlo le aterrorizaba. Era la tercera vez consecutiva en el que el juego de sombras y sonidos extraños le ganaba la partida a la cordura. Apagó repentinamente el

Una mañana cualquiera

A pesar de estar en vela a tan temprana hora, aún quedaban demasiados rastros de sueño sobre el cuerpo, que evidenciaban que Roberto no había despertado aún. Era una mañana cualquiera, sin embargo el humor, el bueno, estaba de su lado. Preparó té, mientras sonaba I must be saved de Madeleine Peyroux . El sabor de los lunares de Esther aún perduraba en su boca. Lo saboreó. Ella dormía. Sorbió de la taza cuidadosamente por miedo al exceso de calor. Un humeante hilo que salía seseante de la taza daba pistas que había sobrepasado el tiempo correcto para que no llegara a hervir el agua. Pese a su cuidado, se quemó. Curioso el ser humano que a pesar de las evidencias tropieza, pensó. Era lunes, pero festivo. Así, el cuerpo asumió enseguida la piel de domingo. Ella aún dormía. Encendió su ordenador, y ocupó el sillón que habitualmente ocupaba su compañera de piso. Se había enamorado, lo supo cuando un temblor de la cama le dio el aviso de que ella estaba despertando. Desesperaba por volverá

Olor a Tango

Esa mujer me huele a tango, me sabe a labios, a sábado, a noche en vela y tacto... Sus ojos olvidan mirarme y mi mente olvida el pacto que mi alma y cuerpo ata. Lentamente se va acercando un cuerpo anudado en seda, una canción del pasado, unos muslos de cera, un soñar desvelado. Paso a paso siento el viento, pero veo que es ingrato dejar mi yo suelto. No hay más vueltas, ya uno, sabe de perfectas que sale caro robarle un beso a esa mujer que huele a tango.

Incontestable

Hoy he sacado al escenario de mi cabeza todo el diccionario que acumulo. Buscaba la palabra perfecta para acercarme a ti, para definirte, para guardarte sin tu nombre. Sin embargo, tengo el norte en intacto desorden, los pensamientos que nunca van firmados por notarios hipotecados, y el jugar por jugar con ganas de juego. Con todo, contigo, empecé el no sé si mal acostumbrado ejercicio, de pensar por pensar, y esto, me hizo darme cuenta de las contrariedades que dejan en el alma dormir más días que noches. Así, después de ti, después de mí, llegué a la conclusión de que vivir es la primera causa de muerte. Confiar en alguien el primer paso para que se conjugue en cualquiera de sus formas el verbo traicionar. Resistir otra forma de perder, aunque lleve la honra de su pie. No ir hacia delante, la peor forma de ir hacia atrás. Tener valores firmes como estacas es el miedo a no tener voluntad para decidir cuando toque. Mirar al pasado, dejar ciego el futuro. Ser de un solo lado es tontear

Cosas de un café

Ahora que todos los días saben a diario, tiene melodía de sábado un café con vos. Sabe de perfecto mi desatino que por mucho que me empeñe no atino por costumbre a cuadrar razones con corazón, mal apaño tiene cubrir con engaños la verdad cuando uno se sabe perseguidor de molinos. Quien fuera o fuese lo suficientemente mayor para no creerse su propio escondite y conformarse con que los reyes traigan carbón. Quizá sea ir a contra mundo, más ora que toca crisis, darle más valor a la palabra que al bíceps. Verdad será que ya lo dirá alguna canción, pero no me animo a no soltarle a esta partitura, que nos recorren los malos tiempos para combatir sin pasta los sueños. Puede que a los quince me hiciese mayor, sin paradas intermedias. No es bueno saber tan pronto, que aunque se mal venda a quilos tiene caducidad el amor. Resulta que a esa edad aún no sabes lo que significa un beso, más si aún no te cala en los huesos una mirada perdida en una estación de tren de quien dice adiós sin saber a q

La calma

Soy veloz, pero lento cuando el menor indicio de tu voz me insinúa que ha tocado la campana para la pelea de besos. De si tuve fortaleza algún día para negarte un cuerpo a cuerpo me olvido, ahora que somos dos labios juntos, que pierden la aritmética del uno más uno. En el ímpetu que trae consigo la impaciencia la lengua quema, arde, como dicta el poema, buscando en cada reproche de tu verbo un hueco. Lo encuentro, me va la vida en ello, ahora que solo me importa tu boca, tu boca, que muerdo suave, que toco, que sin un solo sonido me dice que de este temporal de locura tan solo es el punto de partida. Mis manos, aún ya maduras, pierden la cordura buceando en tu falda. Se pierden, y siendo fiables, parecen inseguras cuando agarran tu cintura para acercarte, tan cerca, que ya no puedo tocarte. Trama mi cabeza el siguiente paso, cuando al raso del instinto ni siento las yemas de las manos en tu cabeza. Entonces, ciego de vista, el mundo parece pararse. Mientras, yo, de nuevo,   aprendo a

El cuento del Alma - Capítulo 2

He perdido el alma y olvidado lugares… De todos los sitios que aún me quedan, no se me ocurre donde empezar a buscarla. Traicioné a quien más me quiso, cuando no había ningún motivo especial para quererme. Defraudé a mis raíces hasta hastiarlas, las mismas, que de niño fueron mi viento y el recodo seguro donde volver si se avistaban precipicios al final del camino. Me llené de quien a la oreja me daba como vencedor, de todos aquellos que en lugar de gastar conmigo las palabras, me las alquilaban. Me atiborré de halagos, y hasta me creí de una tal Sara, que de todos sus sueños, yo era el mejor. Henchido mi orgullo, y saturado hasta el culo de lo que quienes no han tenido, llaman vanidad, escupí en lo más profundo de mi hogar. He perdido el alma y me he quedado sin andares… Sin camino, el papel se me hace eterno, no tengo pasos, ni un lugar para ir o volver. Caminar, hoy, es un verbo para el que no tengo primera persona del singular, del nos, ni puedo hablar sin que me tiemble la gargant

El cuento del Alma - Capítulo 1

Roberto seguía con el folio en blanco. Pese a llevar acumulados frente a este más minutos de los necesarios, no encontraba ningún motivo para escribir. Su editor, un avaricioso hombre de negocios, que nunca leyó un libro completo, le había dado un plazo de una semana para terminar la novela que ni siquiera había podido empezar. Para Santiago, que es como habían decidido llamar sus padres a semejante personaje antes de ser tan solo, proyecto de personaje, los motivos le traían sin cuidado.   Aquel escritor rozaba la cuarentena de vendimias, de cuerpo excesivamente delgado, parecía gastado por la vida. Sus ojos miel hubieran pasado desapercibidos ante cualquiera, si el marco de los mismos no hubiesen sido unas descomunales ojeras. Se buscara como se buscara, en él, no se podía encontrar la belleza del dramaturgo derrotado, ni había gracia en aquel novelista vencido, ni ningún atisbo del lujo que se supone que da, que a uno le puedan llamar bohemio. Frente a la mesa, mientras se mesaba la

Papel y conciencia

Hoy, aviso… Me puede el papel. Segundo síndrome del escritor, cuando uno no soporta sus propias palabras, nada gusta, y cualquier acierto parece un exceso. Todo parece dar vueltas sobre todo, cierran entonces por vacaciones las quimeras,   de martes llena la mirada que se tira al suelo, mientras a uno le suenan a manidas las mejores frases de los cuentos. Después de cada punto, una duda, y no saber nunca si remolcar esta tira diaria a la pasión o a la conciencia.   Como ser humano, me juzgo (posiblemente de forma indolente), como virgen en la segunda. De las pocas cosas que uno puede tener limpias pasados los treinta, de seguro, caso propio, integridad es lo que nunca me faltó. Y aún reconociendo que pudiera ser en exceso, motivo de pecado capital, lo reconozco, me siento con orgullo.   Y no diré que las cuestiones de moralidad sean cosas de errar o no hacerlo, pues yerro, y me equivoco tanto en los pasados como procuro no equivocarme con los   futuros. Es cierto. Como lo es, el hecho

Invictus

Es cierto, lo reconozco, lo primero que hice fue huir, de los álbumes, de los recuerdos, de los lugares que pisé, de cualquier cosa que pudiera sentarme frente a un espejo que mostrará lo que fui. Luego, también me equivoqué, y quise volver a pisar de nuevo el camino andado, y me rompí porque al recorrer esos pasos nunca encontré la pista que llevaban sus huellas tan lejos de mí. Llegué a culparme de los fracasos ajenos, y lavé tantas veces las manos, como veces la hube tocado. De postre pensé en el abandono, en tirar la toalla, y cometí el mayor de mis errores, pensé que si no era ella, no sería nadie. A sinceras, me mentí hasta perder de vista mi nariz, para que doliera menos. Pero no hablaré esta noche de mi mala inversión, ni contaré como suspendí económicas en el último trimestre, que no salga de mí ni el cómo, ni él porqué me arruiné comprando todas aquellas preguntas para las que no había inventadas respuestas. No van estas letras de lo que hoy, es sucio pasado. Sin olvidar lo

El hombre luz

Diría para empezar, sin dejarme atrás lo importante, que tú presencia hizo pluma el yunque al que amarraba mi vida. Aunque dirás que si, demasiados años de lidia contigo a la espalda para dudarlo, no tengo suficientes monedas para pagarte la acepción de saber que aún me sobran las ganas de hacer el humor. Quizá al sur encontremos, como solemos, suelto para ese acuerdo.   La piel se me torna gallina, los dedos se me pierden en el teclado, la impaciencia por encontrarte la palabra justa me hace sentirme torpe. Una y otra vez, me viene a la cabeza la pregunta sobre el secreto de la palabra amigo, y no entiendo porque por mucho que busqué en el diccionario no viene tu nombre. De ti me acuerdo cuando oigo el bajo sonar en las canciones. Entonces me cuadra el descuadre del lujo en los detalles, de los barracones en lugar de clases y de lo bien que sienta una hora más de sueño cuando a primera hora toca arte.    Sabe quien lee, que no es fácil compartir, como comparto contigo, el camino

La Zalema se va de Viaje

Buenos Días, El equipo de la Zalema se va de viaje, para empezar el año con fuerzas es preciso hacerse acopio de ilusión... Pero, el lunes 10 de enero volveremos... Hasta entonces... ...

7 formas de decir que no. Nº 7

Derrotada mi palabra me subiste tan arriba que sin querer darte cuenta dísteme la poesía. De traje puesta la noche y con el alma de guía me deslumbras tú, sol ladrón quitándome algo de vida. Y yo sin con que pagarte, con innato odio al día, envuelto en fija caricia, tengo el motivo de mi huida.

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Todos las personas piensan que el punto medio entre el bien y el mal está justo donde ellos lo ponen. Esto es aplicable para todos los puntos que poner, incluso los finales. Quizá por eso no me cueste cerrar este discurso que se me queda ya anticuado, extraño, como escrito por quien ya, ni siquiera fui, seguro, quien no soy. Hacer dictados a lo pensado, a los sueños, esta pasado. Así es. En la época de los Justin, de los Brad y algún Duque de por aquí, ya nadie se acuesta con Cyrano. Fue sin embargo placer, la mayoría de las veces. Otras no tanto. Escribir es escribir, tan sólo y tanto. Fue en otras ego puro, aún algo guardo, agradecimiento, mentiras honradas, dudas en base a la duda, decir por decir, seriedades, mal intento de cuentos, catas, alguna mirada perdida echada a perder, balas sin salida, caricias dirigidas y algunas, incluso, de verdad. Siempre demasiado yo mismo, fuera quien fuese. Quizá error, ora que pienso que a un escritor no debe vérsele la cara. Un trabajo

Silueta

Contar los pasados suele ser el primer tropiezo para conjugar los futuros. Ese porqué perdemos las guerras, queda en las heridas, pero no por mucho empeño que le tengas, nos entra en la cabeza. Remover los tiempos que dejaron el presente suele dar como hallazgo, un obstáculo espinado para los sueños. Digo yo, que perdí en la arena, por pararme a contar estrellas, parte del corazón. Dicen de los poetas y de los que escriben poemas, que nos va mejor el aire del revés. Que la musa en nuestros brazos queda pasada por agua, que el aullar se nos pone bonito cuando sangramos, que desobedecer consejos es nuestro arte, cuando una y otra vez se nos pregunta… ¿querido amigo, donde va usted? Por mi parte, diré… Cuando mi cuaderno de notas esta vacío, acudo al abismo de mis adentros, al negro que me hace atar palabra tras palabra, al nudo sin cuerpo, al yo del ello, y el ello del yo. Busco entonces letras para hacerlas escudo, armadura, una tan buena que consiga que al mirarme al espejo,

Mi amiga

Le valdría que la avala aquel amigo que solo aparece en las películas, el de las series con final feliz y los sueños donde el provenir es tan solo al aire una moneda. Aquel que evito al teclado, no fuera a ser que se me vieran demasiado los adentros en una página de Internet. Va por tanto de garantía sobrada. La escribo por buenas y malas razones, como cuando se escribe de verdad. De fundamento con mandamiento inclusive, va el que lo merece. Porque es buena bajo lo bajo que quisiera dejarse ver, porque después de tanto tiempo la pieza encaja y uno ve que el puzzle era de los imposibles, el sencillo. Les hablo que el título de este texto no me sale gratis, me costó, me cuesta, nos costará mantenerlo porque nos “semos” el hielo y el fuego, el disparate y el escaparate de los cuentos incumplidos, las ganas con las malas formas de sernos, las palabras contra los silencios, tan jóvenes como viejos, la mirada que nada dice con el arma cargada y viceversa y la viceversa de la v