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Traspasando el país de Alicia

Todos las personas piensan que el punto medio entre el bien y el mal está justo donde ellos lo ponen. Esto es aplicable para todos los puntos que poner, incluso los finales. Quizá por eso no me cueste cerrar este discurso que se me queda ya anticuado, extraño, como escrito por quien ya, ni siquiera fui, seguro, quien no soy. Hacer dictados a lo pensado, a los sueños, esta pasado. Así es. En la época de los Justin, de los Brad y algún Duque de por aquí, ya nadie se acuesta con Cyrano. Fue sin embargo placer, la mayoría de las veces. Otras no tanto. Escribir es escribir, tan sólo y tanto. Fue en otras ego puro, aún algo guardo, agradecimiento, mentiras honradas, dudas en base a la duda, decir por decir, seriedades, mal intento de cuentos, catas, alguna mirada perdida echada a perder, balas sin salida, caricias dirigidas y algunas, incluso, de verdad. Siempre demasiado yo mismo, fuera quien fuese. Quizá error, ora que pienso que a un escritor no debe vérsele la cara. Un trabajo

Con delicadeza

Lo reconozco. Tengo tanto miedo a que me decepcionen, que no doy opciones. Pido disculpas a las dolidas, pero en resumidas cuentas, por muchas afrentas que se me adjudiquen, piénsenlo, habiendo tanto camarero de la emoción, ¿para que buscarse un novio poeta?
Más, si éste, olvidó como construir relaciones, y ve en cualquier inicio un castillo de naipes. Es posible que pueda ser que me sienta vencido ante la apología terrorista del beso del dos mil once. Admito que puede ser falta de mi raciocinio para entender la filosofía del todo vale, del todo cuesta tan solo dinero, del más es menos, del como quieras, pero ni una palabra a mí marido.
Ya con canas en algunos de los pelos de la barba, y los huevos hinchados con su colorcito violeta, no pretendo tener razón. Uno se basta y sobra de su opinión para sacar la bandera blanca si hiciera falta, para pedir disculpas si dolo en la palabra (para los de la LOGSE, si hago daño con lo que digo o escribo), para solicitar extradición de tu cama si no soporta a la vez, cuerpo y alma.
Dirán sus señorías, posiblemente con más conocimiento que un servidor, que porque no conformase, porque no armarse con el cuajo del resto, porque no andar de cardo en flor, porque no seguir enredándose en catres de contrabando, porque no vender al amigo por un puñado de dólares que gastarse después en Señoras de alquiler (si, es cierto, la mayúscula es apropósito).
Iré más lejos, aún a sabiendas de que para gustos los colores, porque no presentarse incluso a la vigésima edición del gran hermano, hacerse Deejay, molar mazo, llenarse de esteroides el brazo, tatuarse "Viva Belén Esteban" (para los que se cuidan, un trozo con patas que se follo a un torero) y poner los textos de La Zalema en un todo a cien.
Responderé para que todos me entiendan.
Porque no me sale de los cojones.

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Traspasando el país de Alicia

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