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Traspasando el país de Alicia

Todos las personas piensan que el punto medio entre el bien y el mal está justo donde ellos lo ponen. Esto es aplicable para todos los puntos que poner, incluso los finales. Quizá por eso no me cueste cerrar este discurso que se me queda ya anticuado, extraño, como escrito por quien ya, ni siquiera fui, seguro, quien no soy. Hacer dictados a lo pensado, a los sueños, esta pasado. Así es. En la época de los Justin, de los Brad y algún Duque de por aquí, ya nadie se acuesta con Cyrano. Fue sin embargo placer, la mayoría de las veces. Otras no tanto. Escribir es escribir, tan sólo y tanto. Fue en otras ego puro, aún algo guardo, agradecimiento, mentiras honradas, dudas en base a la duda, decir por decir, seriedades, mal intento de cuentos, catas, alguna mirada perdida echada a perder, balas sin salida, caricias dirigidas y algunas, incluso, de verdad. Siempre demasiado yo mismo, fuera quien fuese. Quizá error, ora que pienso que a un escritor no debe vérsele la cara. Un trabajo

El síndrome del escritor

-          ¿Por qué escribir? - Me preguntó con la voz descreída -.
Como respuesta, y contra mi gusto, no tuve más remedio que sumar otra cuestión al asunto.
-          ¿Acaso tengo elección?
Reconozco que tantos axiomas, tantas perogrulladas, los dogmas sin fe y  tanto juntar consonantes con vocales, pueden hacer creer que es posible convertir una mentira en verdad, ¿o quizá no?
Hoy vestiré el traje de judas, malgastaré las piedras contra mi propio tejado, y tiraré con balas de chicle a este gremio singular que en la mayoría de las ocasiones escribe lo que sueña, para vivir lo que escribe.
Me reafirmo agnóstico de las banderas que no laten, apto para entender cualquiera de las religiones y especialmente crédulo con cualquier pensamiento medianamente gobernado por la razón.
Se me ve en la pluma, que en cuestión de literatura, soy más de Hidalgos que de Panzas, siendo mi única norma aquello de que allí a lo lejos, se ven gigantes y no molinos. No lo escondo, ni puedo, ni quiero, ni tengo precio para mi gramática.
Por esencia espero que no me alcance en esta carrera la fama o el dinero. El que escribe lo hace por necesidad, y no precisamente de doblones. Que la bolsa no te corrompa, es la parte básica del camino. De la posible grandeza de mis letras yo solo me quedo con tus ojos, con lo que te queda, con la posibilidad de que te gane la partida al sentimiento una sola palabra.
De mi literatura, me quedo solo contigo, con tu lectura.
El síndrome del escritor es cuando acaba por creerse sus propias letras. Cuando uno, se pierde a si mismo, cuando se esculpen a modo de mandamiento las ideas en piedra, cuando el papel se llena de medallas y su mente de soberbia, cuando olvida que es en la calle donde habitan los cuentos, los sentimientos y las leyendas.
El síndrome del escritor, es cuando vale menos la musa que el poema.

Comentarios

  1. pues aunq escribas por necesidad algun dia la gente pagara por leerte porq eres grande muy grande...
    p.d.campanilla

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  2. tOTALMENTE DE ACUERDO CON CAMPANILLA.

    SIGUE ASI.

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Todos las personas piensan que el punto medio entre el bien y el mal está justo donde ellos lo ponen. Esto es aplicable para todos los puntos que poner, incluso los finales. Quizá por eso no me cueste cerrar este discurso que se me queda ya anticuado, extraño, como escrito por quien ya, ni siquiera fui, seguro, quien no soy. Hacer dictados a lo pensado, a los sueños, esta pasado. Así es. En la época de los Justin, de los Brad y algún Duque de por aquí, ya nadie se acuesta con Cyrano. Fue sin embargo placer, la mayoría de las veces. Otras no tanto. Escribir es escribir, tan sólo y tanto. Fue en otras ego puro, aún algo guardo, agradecimiento, mentiras honradas, dudas en base a la duda, decir por decir, seriedades, mal intento de cuentos, catas, alguna mirada perdida echada a perder, balas sin salida, caricias dirigidas y algunas, incluso, de verdad. Siempre demasiado yo mismo, fuera quien fuese. Quizá error, ora que pienso que a un escritor no debe vérsele la cara. Un trabajo

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