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Traspasando el país de Alicia

Todos las personas piensan que el punto medio entre el bien y el mal está justo donde ellos lo ponen. Esto es aplicable para todos los puntos que poner, incluso los finales. Quizá por eso no me cueste cerrar este discurso que se me queda ya anticuado, extraño, como escrito por quien ya, ni siquiera fui, seguro, quien no soy. Hacer dictados a lo pensado, a los sueños, esta pasado. Así es. En la época de los Justin, de los Brad y algún Duque de por aquí, ya nadie se acuesta con Cyrano. Fue sin embargo placer, la mayoría de las veces. Otras no tanto. Escribir es escribir, tan sólo y tanto. Fue en otras ego puro, aún algo guardo, agradecimiento, mentiras honradas, dudas en base a la duda, decir por decir, seriedades, mal intento de cuentos, catas, alguna mirada perdida echada a perder, balas sin salida, caricias dirigidas y algunas, incluso, de verdad. Siempre demasiado yo mismo, fuera quien fuese. Quizá error, ora que pienso que a un escritor no debe vérsele la cara. Un trabajo

Me falta usted

Esta noche me puede el papel,
[Me falta usted]

Y no hay tabaco, ni ruinas,
no hay pequeñas infelicidades,
ni se sienten los versos tristes de Neruda,
no hay pan, ni por huesos espinas,
no hay mujer, ni un beso que dar,
ni un cuerpo, ni unos ojos cerrados,
ni torpes pasos tropezando,

ni mi cabeza preguntándose
[¿Dónde está?]

No hay más que soledades, faltas,
ausencias de magia y un hueco
en donde antes uno guardaba
lagrimas en forma de palabras
[Oh, aquella chistera]

No quedan ganas de volver a ser
ni solitario, ni bohemio, mucho menos
emborrachador de sueños, feliz infeliz
que aprende a ser aire….
No hay rastro de ella aunque
la busco en todas partes,
en todas las cosas, en canciones,
en sabanas, en el borde de la copa,
en esta alarmante falta de talento
ante un folio en blanco.
[¿A cuanto las letras?]

Y perdone si me salté las normas,
la métricas, los ritmos y me sobran
por cada línea tantas palabras
para tan solo decirle que
esta noche me puede el papel…
Entiéndame…
[Me falta usted]

Comentarios

  1. Ni se sienten los versos tristes de Neruda.

    Me gusta!

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  2. Tratare de entrar todos los dias, a ver con que me sorprendes.

    ResponderEliminar
  3. m encantan tus palabras, porque me hacen sentir,llorar...reirr......no dejes nunca de escribir....ERES UNICO
    P.D. CAMPANILLA

    ResponderEliminar
  4. Me encanta lo qué escribes ...mmm pero no se si por que las vez en tu vida diaria por que simplemente son las cosas que te rodean que hacen que escribas así.
    Pero no dejes de hacerlo .

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Traspasando el país de Alicia

Todos las personas piensan que el punto medio entre el bien y el mal está justo donde ellos lo ponen. Esto es aplicable para todos los puntos que poner, incluso los finales. Quizá por eso no me cueste cerrar este discurso que se me queda ya anticuado, extraño, como escrito por quien ya, ni siquiera fui, seguro, quien no soy. Hacer dictados a lo pensado, a los sueños, esta pasado. Así es. En la época de los Justin, de los Brad y algún Duque de por aquí, ya nadie se acuesta con Cyrano. Fue sin embargo placer, la mayoría de las veces. Otras no tanto. Escribir es escribir, tan sólo y tanto. Fue en otras ego puro, aún algo guardo, agradecimiento, mentiras honradas, dudas en base a la duda, decir por decir, seriedades, mal intento de cuentos, catas, alguna mirada perdida echada a perder, balas sin salida, caricias dirigidas y algunas, incluso, de verdad. Siempre demasiado yo mismo, fuera quien fuese. Quizá error, ora que pienso que a un escritor no debe vérsele la cara. Un trabajo

Silueta

Contar los pasados suele ser el primer tropiezo para conjugar los futuros. Ese porqué perdemos las guerras, queda en las heridas, pero no por mucho empeño que le tengas, nos entra en la cabeza. Remover los tiempos que dejaron el presente suele dar como hallazgo, un obstáculo espinado para los sueños. Digo yo, que perdí en la arena, por pararme a contar estrellas, parte del corazón. Dicen de los poetas y de los que escriben poemas, que nos va mejor el aire del revés. Que la musa en nuestros brazos queda pasada por agua, que el aullar se nos pone bonito cuando sangramos, que desobedecer consejos es nuestro arte, cuando una y otra vez se nos pregunta… ¿querido amigo, donde va usted? Por mi parte, diré… Cuando mi cuaderno de notas esta vacío, acudo al abismo de mis adentros, al negro que me hace atar palabra tras palabra, al nudo sin cuerpo, al yo del ello, y el ello del yo. Busco entonces letras para hacerlas escudo, armadura, una tan buena que consiga que al mirarme al espejo,

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Le valdría que la avala aquel amigo que solo aparece en las películas, el de las series con final feliz y los sueños donde el provenir es tan solo al aire una moneda. Aquel que evito al teclado, no fuera a ser que se me vieran demasiado los adentros en una página de Internet. Va por tanto de garantía sobrada. La escribo por buenas y malas razones, como cuando se escribe de verdad. De fundamento con mandamiento inclusive, va el que lo merece. Porque es buena bajo lo bajo que quisiera dejarse ver, porque después de tanto tiempo la pieza encaja y uno ve que el puzzle era de los imposibles, el sencillo. Les hablo que el título de este texto no me sale gratis, me costó, me cuesta, nos costará mantenerlo porque nos “semos” el hielo y el fuego, el disparate y el escaparate de los cuentos incumplidos, las ganas con las malas formas de sernos, las palabras contra los silencios, tan jóvenes como viejos, la mirada que nada dice con el arma cargada y viceversa y la viceversa de la v