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Traspasando el país de Alicia

Todos las personas piensan que el punto medio entre el bien y el mal está justo donde ellos lo ponen. Esto es aplicable para todos los puntos que poner, incluso los finales. Quizá por eso no me cueste cerrar este discurso que se me queda ya anticuado, extraño, como escrito por quien ya, ni siquiera fui, seguro, quien no soy. Hacer dictados a lo pensado, a los sueños, esta pasado. Así es. En la época de los Justin, de los Brad y algún Duque de por aquí, ya nadie se acuesta con Cyrano. Fue sin embargo placer, la mayoría de las veces. Otras no tanto. Escribir es escribir, tan sólo y tanto. Fue en otras ego puro, aún algo guardo, agradecimiento, mentiras honradas, dudas en base a la duda, decir por decir, seriedades, mal intento de cuentos, catas, alguna mirada perdida echada a perder, balas sin salida, caricias dirigidas y algunas, incluso, de verdad. Siempre demasiado yo mismo, fuera quien fuese. Quizá error, ora que pienso que a un escritor no debe vérsele la cara. Un trabajo

Un problema, dos amigos - Capítulo VI

Tercera parte. Javier, mirival verdadero. Una vez más cena, con el estomago llenándose uno cavila mejor que de costumbre. Buen vino para agilizar los temas de burdos a profundos, más vino, mas temas que no importan, algunas copas, y la trampa.
-          Confío tanto en mi mujer, que apostaría mi vida a que no se acostaría con otro hombre que no fuera yo.
-          Apuestas demasiado alto – me dijo –
-          Te aseguro que no, ella esta enamorada de mí, sería incapaz de hacer algo así.
-          ¿qué te apuesta a que si lo haría.
Picó. Demasiado fácil, la verdad. El tampoco lo supo entonces.
Aceptó.

La última parte fue sencilla. Dormir varias noches fuera de casa y esperar. Ahora fue a mi a quien llamaron para cenar.
Javier delante, solo. Un mes y medio después, aún me sobraban 15 días. Ya lo tenía.. Nos despedimos.
Son cosas que pasan – me dijo

Pero como ustedes entenderán quise decir yo el último dicho ingenioso. De orgullo ando con sobras en la despensa. Debía quedar por encima incuso antes de que el tiempo me dejara por encima. Y de nuevo, pensando que una mujer nunca se olvida de un Tarzán por muy chita que sea, use una de esas frases que quieres utilizar  todas costa, sin saber muy bien si cuadra o no. Le miré a la cara y le dije.

-          Mi querido amigo, siempre gana quien menos pierde.

El resto de la historia, imagínenla.

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